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La gripe de hace más de 60 años

El diario El Orden calificó como epidemia al avance de la “grippe” en la ciudad en 1933. Exigió la clausura de escuelas y otros lugares públicos. Cinco años después, El Litoral entrevistó a un “discípulo de Hipócrates” que reveló que la gripe había matado en 1918 a más personas que la Primera Guerra Mundial. Consejos de 1938 para evitar el contagio y las recaídas.

En agosto de 1933 la “grippe”, sin adjetivos pero con dos “p”, había obligado al Consejo de Educación a la clausura de algunas escuelas. El diario El Orden exigía a las autoridades el cierre de todos los establecimientos y de algunos más, pese a la oposición de los médicos a tal medida.

Las aulas ya estaban vacías, pero por ausencia de alumnos afectados de “grippe”. “Se expone a los maestros y a los pocos alumnos que aún concurren, a inútiles y graves complicaciones”, marcó el periódico.

“El mal tiempo reinante, las características con que se presenta la grippe, la cantidad de enfermos y los inconvenientes del tránsito de person
as afectadas por la enfermedad y que deben a toda costa concurrir a sus ocupaciones, son factores que debieran decidir de una vez a determinar la clausura de las escuelas por un tiempo prudencial. Deben comprender las autoridades escolares, que se trata de evitar la epidemia, no de clausurar las escuelas una vez que esté declarada con mayor intensidad”, señalaba.

En otro artículo, El Orden advertía que este remedio sería “relativo si la autoridad sanitaria no reclama el cierre temporario de otros locales de concurrencia”.

“Tanto en las poblaciones rurales como en las ciudades, más favorable es para la propagación del mal la concentración de niños, hombres y mujeres con motivo de actos y ceremonias de carácter público. Poco se conseguirá, por lo tanto, evitando la asistencia de los escolares a sus respectivas escuelas, si por el hecho de contar con algunos días de asueto los mismos son concurrentes obligados a otros sitios. Llamamos en este sentido la aten
ción del Consejo de Higiene. Si las normas no se generalizan en su aplicación, la clausura de las escuelas será innecesaria, o por lo menos intervendrá en la no propagación de la epidemia, como un valor demasiado relativo”, era la reflexión.

La gripe vista por un médico en 1938

El diario El Litoral publicó en agosto de 1938 un artículo firmado por Federico Quevedo Hijosa. Se trata de una entrevista realizada a un “médico porteño” de quien no se informa el nombre.

Por entonces, se había extendido la gripe por el interior del país. Advertía el “discípulo de Hipócrates” que la enfermedad “se exalta en lugares de aglomeración humana”. El periodista reflexionaba: “Es frecuente tropezar en calles, teatros, asambleas, etc. con personas que tosen y estornudan y lagrimean hasta la desesperación. Siembran microbios. Lo hacen inconscientemente, con alarde despreocupación. Ninguna de estas personas resignaríanse a llevar parásitos visibles, pero
bacilos de Pfeiffer…”

El médico señalaba, además, que en 1918 la gripe maligna había causado más víctimas que la guerra: unos 20 millones de muertes.

Dejo a consideración de mis amigos médicos la entrevista completa:

El recrudecimiento de la gripe
Una nueva ráfaga gripal se ha extendido por el interior de la república. Es que, según afirman muchos facultativos, a diferencia de otras afecciones, la gripe no inmuniza. Las anormalidades de temperatura favorecen su desarrollo, en asocio, desde luego, con una higiene deficiente, el desarreglo de las costumbres e imprudencias que cometen quienes se despreocupan de la salud.
¿Se va y vuelve?
A fines del verano se tuvo el presentimiento de este retorno del microbio de Pfeiffer. En realidad, la dolencia ha adquirido en nuestro país carácter endémico. La tenemos permanentemente en casa. En otro tiempo nos llega de fuera: bien por el lado del Atlántico, como la racha maligna que siguió a la guerra europea; bien por el Pacífico, donde no la detenía la barrera andina.
Ya dentro de fronteras reaparece, unas veces, con los cambios de estación, y otras, bajo la acción de fríos intensos. Se ha de persistir en los cuidados elementales de conocimiento familiar. Nadie ignora de qué modo se debe atender a un griposo.
Lo que dice un higienista
El cronista ha tenido ocasión de conversar con un especialista porteño a propósito de la epidemia propagada en algunas zonas de la república.
—Habíamos previsto —nos dijo— el recrudecimiento gripal. El riguroso frío de julio se atenuó en el curso de agosto. Ascendió tanto la columna mercurial que hasta nos parecía haberse adelantado el verano, aún distante. Después, brusco descenso de temperatura en coincidencia con violentos temporales de nieve en la Cordillera. Quizás ya no tengamos días invernizos como los pasados, pero será menester precaverse, sin embargo.
—¿La facilidad de contagio, doctor?
—Considerable. Como sucede con todas las enfermedades epidémicas la gripe se exalta en lugares de aglomeración humana. La defensa individual o preservación ha de considerar que el germen patógeno elige como asiento la boca, cuya mucosa es el sitio predilecto de muchos micro-organismos. La mucosa nasal exige así una gran higiene. Se ha popularizado este hecho: las partículas de saliva, en los enfermos que estornudan o tosen, llevan el microbio a las personas que los rodean e infectan el ambiente.
—¿Existe predisposición del organismo?
—Sin duda. La gripe requiere terreno propicio. Entonces se presenta casi de improviso, sin incubaciones. El período crítico dura 24 horas: fiebre, dolor de cabeza, catarro de las mucosas. De todos los síntomas el más caracterizado es la ASTENIA o envaramiento. Si la temperatura sube puede alcanzar los 40 grados y todavía más, con coriza, bronquitis, expectoración. La evolución de la enfermedad se cumple en dos o tres días.
Las recaídas
Nuestro entrevistado y todos los médicos insisten ante sus enfermos y familiares en sus recomendaciones: “Cuidado con las recaídas”. Son innumerables los individuos que desafían el peligro. Se es más hombre n teniendo miedo a la muerte. Hasta que el mal prende y se hace irreparable. Dan más trabajo al facultativo los enfermos que las enfermedades. Enemiga eterna es la ignorancia.
Es frecuente tropezar en calles, teatros, asambleas, etc. con personas que tosen y estornudan y lagrimean hasta la desesperación. Siembran microbios. Lo hacen inconscientemente, con alarde despreocupación. Ninguna de estas personas resignaríanse a llevar parásitos visibles, pero bacilos de Pfeiffer…
—Una gripe atendida a tiempo y convenientemente no es nada; apenas simple malestar pasajero; las recaídas, en cambio, suelen resultar funestas.
Curvas
El médico de nuestro reportaje añadió:
—En 1918 la gripe maligna causó más víctimas que la guerra, pues costó veinte millones de vidas.
El cronista, que pertenece al vulgo profano, preguntó al facultativo:
—Son periódicas las ráfagas de gripe?
—Sí —contestó el higienista—. La marcha de la gripe en el mundo a través del tiempo presenta curvas que dejan ver los períodos benignos y las acentuaciones malignas, éstas en menor escala y dependiendo de circunstancias y factores no estudiados del todo.
—¿Cómo las manchas solares, las inundaciones, los terremotos…?
—Efectivamente. Accidentes de la vida universal. Acaso accidentes no, sino por el contrario, condiciones de armonía general. La Naturaleza es previsora, persigue finalidades que no hemos conseguido penetrar.
Higiene práctica
Cedo la palabra al discípulo de Hipócrates:
—Ha de extremarse la higiene con los enfermos de gripe. A veces es de extraordinaria violencia el catarro rinofaríngeo, produciéndose en unos casos angina y en otros, otitis. El mayor riesgo de vida ocurre con las complicaciones de la bronconeumonía. La convalecencia suele ser engañosa. He atendido enfermos que a pesar de pasar dos días sin fiebre y permanecer en cama, una vez levantados la temperatura volvió a ellos marcando 40 grados, y lo que era peor, afecciones pulmonares. No hay madrecita que ignore de qué modo se ha de curar a los niños atacados de gripe. Es ésta la lucha de todos los años. Desinfección de mucosas nasal y bucal, gárgaras a base de eucaliptos y gomenol, ingestión de algún antitérmico, baños tibios, el purgante de ritual y, sobre todo, cama y dieta. Conviene dar al enfermo líquido abundante en forma de naranjadas, leche, infusiones aromáticas.
—¿Y las ventosas tan al gusto de las madres?
—Cuando se nota disnea, esto es dificultad para respirar. Pero lo urgente es entonces llamar al médico. No se ha de perder tiempo con los remedios caseros.
Y el buen doctor terminó con estas advertencias:
—La gripe es una enfermedad que deja muchas veces el organismo por ella atacado en estado precario de defensa general: debilitamiento, inapetencia, marasco, lo cual predispone para padecimientos más graves. Los cambios de estación —como lo atestigua la unanimidad de los facultativos— favorecen el desarrollo de endemias infecto-contagiosas. No porque vaya atenuándose el frío en el correr de los días se crea que habrá que desentenderse de los riesgos a que se halla expuesta la salud. La vida es frágil.

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