El Litoral |
En julio de 1971 los estudiantes realizaron reclamos por el
Comedor Universitario. Por su modo de protestar pintando paredes, El Litoral
los calificó de “incongruentes” y cuestionó métodos y motivaciones, lo que
desató la furia estudiantil contra el diario.
El 13 de julio de 1971, estudiantes de la Universidad
Nacional del Litoral decidieron protestar por las deficiencias del comedor
universitario. La protesta incluyó un cara a cara con el rector Dr. Eduardo
Álvarez y el secretario de Bienestar Estudiantil Dr. Ruiz Palacio. Ambos intentaron
contener a los cientos de estudiantes de distintas agrupaciones que exigían
respuestas. Según la crónica de Nuevo Diario, se pudo escuchar a un dirigente
del Integralismo decir: “No pensemos más en plazos, discutamos nuestra acción
futura”, y a alguien del Ateneo,
dirigiéndose a las autoridades: “Uds. mienten por la prensa para presentarnos
como bochincheros injustificados, pero nosotros pasaremos por arriba de vuestra
autoridad”. Los estudiantes corearon entonces: “Luche, luche, luche, no deje de
luchar a todos los gorilas los vamos a colgar”.
Siempre según Nuevo Diario, los estudiantes obligaron a las
autoridades a ingresar a la sala del Consejo Superior, mientras la policía, con
carros de asalto, rodeaba la sede de la Universidad. Allí se debatió en
asamblea cómo continuar la protesta, y se decidió salir a la calle, usando al
rector como escudo, pero no sirvió de mucho, ya que la policía arremetió contra
ellos.
Nuevo Diario |
Junto con una crónica menos detallada, El Litoral publica el
mismo 13 de julio Universidad de paredes
pintadas: incongruente actitud estudiantil. Se cuestiona allí la protesta
que “por un lado señala deficiencias en el comedor estudiantil, por evidentes
problemas presupuestarios, y por el otro lado, provoca gastos que
indudablemente deben salir del mismo presupuesto de la Universidad Nacional del
Litoral”. Pone en duda el artículo la justicia del reclamo, ya que, según
informa, se pagaba poco dinero por la comida del Comedor y además concurrían a
él personas que no siempre lo necesitaban.
Cómo se puede justificar, dejar la Universidad en tal estado, con el hecho de expresar, como lo hicieron estudiantes de acuerdo con declaraciones publicadas en un matutino local, que “realizar la asamblea en la sede del rectorado, era una demostración de que el pueblo tiene conciencia de lo que le pertenece y que sin embargo ha sido tradicionalmente sede de quienes sirven a intereses extrapopulares”.
Si así se entiende la conciencia del pueblo, sería necesario que preguntáramos cuál es el pueblo de que hablan, porque creemos que las aspiraciones de un pueblo son de mucha mayor trascendencia que sentarse a comer en la sede de un rectorado y “decorar” un edificio en la forma en que se hizo. Además quisiéramos saber si todos estamos dispuestos ahora a pagar la limpieza de lo que “como pueblo” ensuciamos.
También señala el diario que todo lo sucedido era consecuencia
de la “crisis universitaria”, ya que, uno de los fines de la Universidad era “trabajar
en la formación superior del hombre argentino y en el desarrollo pleno y
armónico de su personalidad, a través de la universalidad del saber y de los
valores universales de la cultura”. El accionar de los estudiantes demostraba
que no había tal formación.
El Litoral |
Al día siguiente, la hora del almuerzo en el Comedor
Universitario fue el inicio de nuevas acciones estudiantiles. La primera de ellas fue en el edificio que
ocupaba entonces El Litoral. Fue “un verdadero operativo llevado a cabo en
forma sincronizada y preconcebida en todos sus detalles”, dice el diario en su
nota Insólito atentado contra este
diario. Un grupo de manifestantes simuló leer las pizarras y luego se
inició la pedrada contra el local. “Lograda esta primera parte de su objetivo
aprovecharon los boquetes que ofrecían los vidrios destrozados y arrojaron
bombas Molotov y de estruendo. Las primeras, al estallar provocaron focos de
fuego, los que felizmente no ocasionaron daños personales a quienes se hallaban
en el interior de las dependencias de nuestra administración en planta baja,
como así también en la sala de redacción, en la planta alta”.
Después de dispersarse “como técnica de guerrilla urbana que
demuestran conocer”, los manifestantes se reagruparon y se dedicaron a arrojar
bombas incendiarias y piedras contra la policía, en un radio delimitado por
Urquiza, San Martín, Tucumán y Bulevar Pellegrini.
El Litoral |
La táctica de los estudiantes provocó “nerviosismo y
ofuscamientos”, según Nuevo Diario, lo que se tradujo en varias detenciones y
algún trato “brutal”.
La nómina de detenidos facilitada por la policía es de casi
20 personas, en su mayoría estudiantes, e incluye a un joven Rogelio Alaniz,
que podría (pero no) haber escrito la breve nota con que El Litoral da su
opinión sobre el atentado sufrido.
Nuevo Diario |
El derecho a la
crítica y “El Litoral” señala que el nacimiento del diario como “vocero de
los principios básicos de libertad” motivó que sufriera “las consecuencias del
insobornable convencimiento de que nuestra misión es repudiar lo que no condice
con un estilo de vida civilizada y, a la vez, apoyar lo que son nobles
inquietudes y luchas por el bien del hombre”.
El atentado fue un hito más “en la límpida trayectoria de
nuestro diario, que se ratifica hoy como ayer con su inalterable obligación,
que es la de informar con verdad, juzgar con altura y defender con jerarquía”.
“El camino nos viene trazado de lejos. En él persistiremos,
dispuestos a no claudicar en el empeño de corresponder a la confianza que nos
dispensa el público, puesta nuestra fe en que la razón prevalecerá frente a la
sinrazón de quienes se escudan en el anonimato y el caos”, finaliza.
2 comentarios:
¿Qué hubiese sido, y qué sería, de esta ciudad sin los apóstoles del diario El Litoral y su apostolado?
excelente!!...
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