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El viejo cumple 70

¿Hay algo más colateral en la historia que una historia personal? Porque ese día que ganó Perón, en un pueblito perdido de Italia nacía mi viejo. ¿Cómo era la Santa Fe que lo recibiría unos años después?

En un pueblito sureño, en el valle de la Campania, hace 70 años, nacía mi viejo. Muy pequeño pueblito, unos cinco mil habitantes hoy. Una foto de una casa derruida, un par de cartas de hace 40 años, el pasaje del nono en su única vuelta, el permiso deslindando responsabilidades de la Bahco, el pasaporte del 51: la nona Catalina y a sus costados sus dos hijos que subirían al Conte Grande, la tía Ana y mi papá. Cuatro añitos.

Papi era muy pequeño y si además le sumamos las putas trampas de la memoria, es, digamos, lógico que no recuerde nada de sus tiempos en Sant’Angelo dei Lombardi.

Pero veamos, papi, qué pasaba en esta ciudad que te iba a recibir cuatro años después mientras vos estabas diciendo acá estoy, allá en el valle de un pueblito perdido del sur italiano.

Acá ganaba Perón, papi. Las elecciones habían sido en febrero, pero el sistema de entonces era de Colegio Electoral y aquel 7 de mayo de 1946 se conocía al fin qué habían decidido los electores: Perón sería presidente.

 

Me pregunto qué habría sido del nono llegando a esta Patria con Tamborini presidente. Pero llegó con Perón presidente y con Eva viva. El día que naciste cumplía 27 años Ella...

La tapa de El Litoral es como era por aquellas épocas: tener nuevo presidente no se reflejaba en la tapa, sólo noticias de un mundo que se mantenía en la posguerra y se preparaba para entrar en la guerra fría. El Orden era otra cosa: el principal título era el triunfo de Perón en el Colegio Electoral. También se destaca la visita de Farrell a Venado Tuerto y más y más noticias internacionales.

Pero veamos qué se vendía y qué podían comprar los santafesinos aquel 7 de mayo mientras vos pegabas algunos gritos en Sant’Angelo.

Si comprabas El Orden te enterabas que la Casa Cassini ampliaba su crédito; que llegaba el vino tinto Globo a Santa Fe, “ahora en botella”; que podías comprar un laxante suave también en tabletas de rico sabor a menta y que el Emporio de Dominicis había sido nombrado agentes depositarios de Cotecnica y hacerte de lubricantes, grasas, cojinetes, cocinas, estufas, faroles y calefones, y que todos decían Qué ricas son!, las pastillas Anta.

 

  

Si comprabas El Litoral, en cambio, podías conocer los detalles invisibles de la calidad del calzado Mérito: sus hormas, la costura interior, su plantillado legítimo; que la librería e imprenta Castelví tenía un surtido completo de tarjetas; que te podías serenar y evitar los dolores de cabeza con Geniol; que las mujeres ya no tenían que cansarse porque aunque seguían lavando a mano, no era necesario hacerlo con jabón en pan, sino con jabón Rinso, un remojo espumoso. Que te podías reír tranquila porque existía Odol. Y nada más decía la publicidad, pero podías encontrar por acá Grappa Montefiore. Si eras un elegante, te podías acercar a San Martín y Salta, a Gath y Chaves, porque ya había llegado la colección invernal; y que en New Style se había recibido una gran colección de casimires ingleses y nacionales. Y otras lindezas que se pueden leer por ahí.

 

 

  


Es probable que en lo cotidiano eso, todo eso, fuera poco importante e incluso desconocido. Cuesta mucho reconocer que lo personal es político y viceversa.

Hay algo a lo que probablemente le haya dado una significación equivocada, suelo hacerlo, pero es mi recuerdo. Allá en los 80, cuando decidiste hacerte ciudadano argentino, no sé ahora cuál fue tu motivación real, yo guardo en mi recuerdo que fue porque querías votar. Y aunque mi recuerdo sea equivocado, y no importa, para mí eso fue un motivo de orgullo enorme. Cuando en los 90 Ezeiza era la única salida, y a mí me decían: “¡pero tu papá es italiano! ¡tenés doble nacionalidad! ¡te podés ir!”, y yo respondía: “pero se nacionalizó”, todos, absolutamente, me decían: “qué cagada”. Y yo todavía no alcanzaba a entender por qué, pero para mí era un orgullo. Qué me importaba la nacionalidad italiana si yo era tan argenta. Quizás tenía una esperanza que entonces no reconocía y que se materializó sin esperarla durante 12 años. Y hoy todo me parece una mierda, pero soy argenta, como vos.

Y esta es mi Patria. Y la tuya.


Feliz cumpleaños, vejete.

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