Los sucesos del 17 de octubre de 1945 se vivieron de un modo particular en Santa Fe. El paro del día 18 fue acatado masivamente y apoyado por el gobierno provincial, que decretó asueto. La masiva movilización y la postura de los diarios El Orden y El Litoral.
Los dos principales diarios de la ciudad de Santa Fe se ubicaron claramente en la divisoria de aguas que el coronel Juan Domingo Perón, detenido, produjo en el país.
El 18, paro de la CGT y con asueto decretado por la provincia para asegurar la capacidad de movilización, los canillitas adhieren desde las 11 de la mañana. Con ello, El Orden podía estar en la calle. El Litoral decide no salir.
El vespertino hablaba desde un tiempo antes de “elementos adictos a los funcionarios de la Secretaría de Trabajo y Previsión”. Pero para El Orden, el 18 de octubre fue una fiesta.
La crónica publicada el viernes 19 de octubre de 1945 marca que el paro, iniciado a la 0 hora del 18, había sido total: primero tranvías, luego ómnibus y finalmente trenes. Grupos de obreros, señala, invitaban a las casa de comercio a cerrar sus locales.
Si bien desde temprano se produjeron pequeñas manifestaciones en toda la ciudad, cerca del mediodía los obreros se dirigieron por calle San Martín hasta la Plaza de Mayo, llegando a Casa de Gobierno dando vivas al Coronel Perón. A pedido de la gente, salieron a los balcones el interventor Oscar Aldrey los ministros. El de Gobierno e Instrucción Pública, Leandro Meiners expresó “la complacencia con que veía la actitud de la clase trabajadora como así la decidida acción en defensa de la causa justa y la adhesión al Coronel Perón”; agregó que “la masa trabajadora no debía ser temida sino amada”.
Por la tarde se realizó la manifestación central. Las entidades obreras partieron desde Boulevard Gálvez vivando a Perón, “al Primer Trabajador Argentino, a la Libertad, a la Patria, sin que faltaran los estribillos contra los que se mostraban contrarios a las reivindicaciones de los trabajadores”. Se dirigieron a calle San Martín y desde allí a Casa de Gobierno nuevamente.
Cada entidad obrera llevaba su bandera. Se leía en ellas: “Perón Presidente”.
Dice la crónica:
Al aparecer en los balcones el interventor federal y los ministros, así como los restantes funcionarios, fueron aplaudidos. De inmediato se cantó el himno nacional que fue coreado por todos y aplaudido al terminar.
Se habían colocado micrófonos para los discursos. De inmediato hizo uso de la palaba el delegado de los obreros telefónicos expresando los sentimientos solidarios hacia el coronel Perón, extendiéndose en diversos conceptos.
Fueron varios los discursos pronunciados desde las 18 horas desde los balcones de Casa de Gobierno. El representante de la Unión Ferroviaria manifestó “el apoyo de los trabajadores a la obra que realiza el gobierno de la Nación y el de la provincia”.
Agregó que
llegó la hora en que la clase trabajadora tenía su día de justicia, destacando el acto que se realizaba para referirse después a la obra del coronel Perón, para agregar que los trabajadores llevarán siempre en el corazón y en el pensamiento al primer trabajador, coronel Perón. Y, en esa forma fue extenso, para finalizar pidiendo un viva para todos los sindicatos, para la Unión Ferroviaria y para Perón.
Por la Unión Tranviarios habló un obrero que señaló que
los trabajadores argentinos sabían defender a la patria cuando ello era necesario, recordando el discurso de Perón, diciendo que sus palabras quedarán en la memoria de todos los trabajadores. A esta altura se dio lectura al telegrama dirigido a la madre del coronel Perón, que fue aplaudido.
El interventor Aldrey fue el más extenso y el más ovacionado en sus discursos:
Empezó haciendo notar que en nuestro país, tierra de héroes, hubo muchos próceres que durante el transcurso de su vida no fueron comprendidos y que la posteridad, después de un largo tiempo, les hizo justicia, como lo prueba elocuentemente la historia de San Martín y Rivadavia.
Señaló luego como excepciones dos nombres que no necesitaron morir para entrar en lo más hondo del alma y lo más profundo del corazón de su pueblo: Hipólito Yrigoyen y el coronel Perón.
Luego aludió a lealtad del pueblo hacia los que se preocuparon de la defensa de sus derechos, de los que, sin escatimar sacrificios por la obra de justicia y aún de los que, desprovistos de lealtad, ejercieron la explotación de sentimientos generosos en beneficio propio.
Se congratuló por el éxito de la concentración obrera, concentración realizada en una fecha jubilosa, de regocijo popular, de banderas argentinas y de desfiles proletarios.
Recomendó a los manifestantes que, al regresar a sus hogares, conforme a la conducta observada durante el desfile hasta la Casa de Gobierno, dieran nuevas pruebas de cultura y de capacidad para la vida democrática. Expresó que, después de los períodos de dominio de la oligarquía, era factible y se traducía en realidad la concordia entre el pueblo, soldados y policía.
Estableció la diferencia de los procedimientos policiales entre los gobierno anteriores al 4 de junio y los utilizados después frente a las actividades de las organizaciones obreras sobre todo en los casos de huelga, el único recurso de antes para intentar la conquista de mejoras económicas y sociales.
Terminó diciendo que una nueva era se ha iniciado en el proletariado de la Argentina. “Es –agregó el señor Aldrey—la sucesora de las redenciones sociales que viene alumbrando el mundo, sin que su luz alumbre todavía la mente de muchos argentinos que se creen superiores en riqueza, estudios e inteligencia”.
En la desconcentración, un grupo de obreros se dirigió a El Litoral, provocando algunos disturbios. Durante la mañana, otros se habían producido en el Club Universitario y en el Colegio Nacional.
En su vuelta a la calle, el vespertino publicó la crónica de lo sucedido en Buenos Aires.
Muchos encontraron en el agua de la fuente alivio para su calor, luego del derroche de energía realizado, no pocos se metieron descalzos dentro de ella para higienizarse.
Se hace eco también de los incidentes frente al diario Crítica y a las repercusiones en la prensa internacional de los sucesos.
Para el Miami Daily News el día 18 fue “un día de tragedia para el pueblo argentino ‘que no apoya a Perón y un reto para las Naciones Unidas’”.
Reproduce El Litoral:
Perón reconquistó su puesto de “führer” argentino mediante un golpe de falsos partidarios y revoltosos manifestantes.
El Times había publicado:
Mirando hacia atrás se comprende que los elementos democráticos de la Argentina cometieron un terrible error al insistir en la entrega del gobierno a la Suprema Corte después de la reciente caída de Perón. Deberían haber organizado el gobierno con sus propios elementos aún con la presidencia de Farrell, y si era necesario haber estado en situación de ejercer influencia en los acontecimientos y desmantelar gradualmente la poderosa organización creada por Perón dentro del gobierno mismo para apoyar sus planes.
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