Hay que
debatir, sí: ¿las
mujeres están capacitadas para la política? Traigo argumentos científicos
para el debate que propone “la señora de” Duhalde.
¿Está la
mujer capacitada para la política? Es una pregunta demasiado avanzada, me
parece. Hay que ir al origen de las cosas, Chiche.
Empecemos,
entonces, por una pregunta más simple, Chiche. ¿Cuál es el lugar de la mujer en
la sociedad? No te voy a traer acá argumentos berretas, Chiche. Te voy a dar
argumentos científicos, para que profundices, Chiche, el debate que proponés.
Sabés que
salió un libro, Chiche, que se llama “En el umbral de la vida” y lo escribió un
científico aparentemente reconocido: M. Edouard Perriet.
Dice
Perriet, Chiche, que es la ciencia la que da indicaciones “muy precisas” sobre
cuáles son los roles que corresponden al hombre y a la mujer “en una sociedad
racional”.
En todas
las especies animales, dice, el sexo femenino es el sexo de la economía y de la
acumulación de reservas, “el que se distingue esencialmente por sus
sentimientos de ternura hacia su prole”. El masculino, dice, es el de la
actividad y la lucha. “El macho mantiene y defiende la progenitura; la hembra
la vigila, cría y alimenta”.
Y concluye
M. Perriet: “Una organización conforme a los datos científicos, debe tener en
cuenta estos hechos y mantener entre los dos sexos una división del trabajo
necesario. El sitio de la mujer está en el hogar”, dice el científico, Chiche.
Intentar
otra cosa sería, Chiche, violar la ley biológica y atentar contra la existencia
misma de la humanidad.
Sabés,
Chiche, estos conceptos de Perriet son comentados en un diario por un tal
Cacace. Y está bueno, Chiche, porque pone ejemplos. Como este: “En una sociedad
incipiente, donde el hombre débilmente armado debe combatir contra los
terribles enemigos que le opone una naturaleza virgen, el clima, las fieras, lo
desconocido; cuando la lucha por la existencia se entabla con toda crudeza, la
mujer no pretendería, a buen seguro, aunque su mentalidad le permitiera
pensarlo, ser la rival del hombre. Su impotencia, su debilidad, su timidez, se
harían demasiado evidentes ante la fuerza física, la audacia y el valor del
hombre”.
Se te
dirá, Chiche, si decidís usar estos argumentos, que esos tiempos ya pasaron,
que la sociedad es otra, que no andamos cazando en la naturaleza. Pero tomá
otro argumento, Chiche. Lo dice Cacace el periodista interpretando a Perriet el
científico: “No porque la civilización haya suprimido asperezas, deben
cambiarse los papeles. Sin duda en Europa ya no es tan necesario el vigor
masculino, ni tan imposible que la mujer sustituya al hombre en las tareas que tiene por objeto aportar
el pan al hogar. Pero los hijos siguen requiriendo los cuidados maternos ahora
como antes, tanto en el palacio moderno como en la cabaña de la edad de piedra.
La estadística comprueba con su fría elocuencia que los hijos pagan la
deserción de la madre”.
Hay una
estadística, incluso, que cita el artículo: donde las mujeres trabajan fuera de
la casa, aumentaron el raquitismo, la tuberculosis infantil y otros males “en
proporción desoladora”.
Así que,
de nada, Chiche. Acá tenés argumentos científicos. Ah, por si te preguntan,
están sacados del diario Santa Fe, del 21 de abril de 1911.
1 comentarios:
¿Qué decirte que no sepas? Capa
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