Hacia el Paro Internacional de Mujeres el #8M comparto
varias pequeñas historias sobre el lugar de la mujer en los medios
santafesinos. Dejo a un lado la violencia femicida; un breve resumen de su
cobertura por nuestros diarios, acá.
Hoy, cómo ser fea y no terminar soltera.
En enero de 1900 el diario Unión Provincial evacuó las consultas de una niña que preguntó si
debía o no “pintarse sus labios
sonrosados y sus cejas de terciopelo”.
El periodista (¿o la periodista) se presta gustosamente a
responder a sus “caprichos femeniles”.
“Es un crimen
censurar a la mujer que se embellece por medio de la pintura”,
asegura, porque el fin de la mujer que se maquilla es “presentarse agradable a los que la admiran”.
Las jóvenes de hoy
saben bien, que la fealdad del rostro es ante los ojos de los hombres un delito
imperdonable, y la que no ha nacido agraciada por la naturaleza adquiere para
toda su vida patente de soltera.
“Ante esta
perspectiva tan poco halagüeña, la mujer ha tenido que avivar el ingenio para
corregir, en lo posible, sus imperfecciones”, afirma.
Según el/la escritor/a la ropa (batas, polleras) tienen por
único objeto “ocultar a los ojos del
hombre las faltas del cuerpo, haciendo visible tan sólo aquellos contornos que
no están reñidos con la estética o cubrir lo feo con un recato que lo hace
aceptable”.
Si una joven, entonces se pintaba de forma “razonable” y “artísticamente”
para que no se reconocieran ni las fealdades de su cara ni el método que usó
para hacerlas desaparecer, podía estar más tranquila: no será solterona.
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