En este post, nos concentramos en 1921 y especĆficamente en
los testimonios sobre la actuación de los gendarmes y algunas consideraciones
sobre la situación en el norte santafesino. Para conocer a fondo lo historia de
la expoliación de La Forestal y su anclaje casi como estado soberano en aquella
parte de la provincia, recomiendo al clĆ”sico de Gastón Gori (“La Forestal”) y al mĆ”s reciente trabajo
de Alejandro Jasinski, “Revuelta
obrera y masacre en La Forestal: sindicalización y violencia empresaria en tiempos
de Yrigoyen”.
Todos rojos
Reprimida la huelga de inicios de 1921, tras el cierre de
las fƔbricas de Villa Ana y Villa Guillermina, con el saldo de centenares de muertos
y hasta con la quema de las casas que la empresa habĆa construido para los
obreros, el jefe de la policĆa de Santa Fe se trasladó al lugar. A su regreso, el
jefe Cervera dialogó con el diario Santa
Fe.
En esas localidades, se habĆa estado a punto de “sufrir una verdadera catĆ”strofe”,
afirmó. Los “agitadores” habĆan
conseguido convencer a un buen nĆŗmero de trabajadores a lanzarse a la “huelga revolucionaria”, segĆŗn
documentación secuestrada en el incendiado local de la Federación Obrera.
El jefe de policĆa describe algunos de los tiroteos, que
obligaron a muchos trabajadores a internarse en el monte. Insiste Cervera en
marcar que los cabecillas no se hallaban en el lugar, y que la mayorĆa (“ilusos”) no se habĆan metido “en nada”.
El periodista le pregunta si no habrÔ razón de los obreros
desocupados y desalojados en quejarse de La Forestal.
En mi concepto y en el de muchas personas serias de la región, no. Y es que la mayorĆa tampoco se queja. Son los agitadores y un grupo mĆ”s o menos reducido, que los oye hablar y les sigue. AllĆ se predica la revolución social, como la cosa mĆ”s natural del mundo. Lo atestiguan las notas secuestradas y que irĆ”n en el informe al gobierno. La biblioteca misma que tenĆan instalada es eminentemente revolucionaria. No hay un solo libro que no sea rojo. Y es natural, mentes rudimentarias, fatalmente deben ser sugestionadas.
Como si fuera poco, Cervera comienza a describir las
bondades de la empresa: cuƔl era el salario, las horas extras, que el seƱor
Kauffman sacó 479 de sueldo en diciembre, que Yoquelini 547.80 y en enero 490 y
asĆ. Que todos tenĆan mĆ©dico y botica, lo que producĆa un gran dĆ©ficit a la
compaƱĆa. Que en los almacenes la carne estaba a 38 centavos y el azĆŗcar a 55;
el pan a 40 centavos y las alpargatas a $1.05.
Pero, de hecho, las fĆ”bricas estaban cerradas. ¿QuĆ© hacer?
Primero, “descongestionar”. “AllĆ hay mucha gente sin trabajo y eso es un mal.
Hay que buscar ocupar en algo a esos hombres. Tal vez serĆa conveniente
ubicarlos en el Chaco, dƔndoles medios de vida, porque La Forestal no parece
dispuesta a reabrir sus fĆ”bricas hasta tanto no reaccione el mercado de tanino”,
dijo Cervera. “Yo mismo he aconsejado a los obreros
que busquen otros horizontes y a varios se les proporcionó pasajes hasta donde
deseaban ir. Hay mucha gente buena entre los obreros, aunque no falten, como en
todas partes, tipos perniciosos. Lo malo es que el ambiente es desastroso por
el desarrollo del alcoholismo, el juego y la prostitución. Apena pensar en la
situación de esos miles de hombres y mujeres y niños que viven rodeados de ese
peligro del norte”.
El peligro del norte
El Santa Fe recoge
el guante sobre estas Ćŗltimas informaciones y al dĆa siguiente publica una
columna de opinión, Aquel peligro
del norte. Indica que todos, oficialistas o no, coinciden en que “el norte constituye un peligro para la tranquilidad
pública aunque no todos estén de acuerdo en las causas que originan semejante
estado de cosas”.
La desocupación es una, claro, pero mĆ”s importante son “el desarrollo del juego, del alcoholismo y de la
mala vida en las mujeres”.
Sin embargo la culpa no la tienen esos norteƱos: “la culpa de todo eso es de los patrones que en
unión a las policĆas han venido explotando en administraciones y obrajes
al par que en el laboreo de maderas, la casa de baile, la cancha de taba, y el
boliche anexo a sus administraciones en todo lo cual el pobre paisano, desde
hace veinte aƱos viene dejando su dinero, su salud y sus energĆas ingĆ©nitas”.
La denuncia del diario asegura que policĆas y patrones
estaban complotados para quitarle hasta el Ćŗltimo centavo a la peonada: sus
salarios quedaban en la casa de baile (“que es mĆ”s bien
de lenocinio”) y en la cancha de taba.
Cita el Santa Fe a
un médico inglés establecido en Villa Guillermina, quien aseguró que el 90% de esa
población era sifilĆtica. Aquellos vicios han sido “el
terrible cƔncer que ha enfermado al norte, de tal manera que los obreros,
despuƩs de tantos aƱos estƔn hoy mƔs pobres que ayer, mƔs enviciados que nunca,
y lo que es peor, corroĆdos hasta en la sangre, envenenada por el terrible mal
que hemos mencionado”.
Todo el mundo ha explotado al trabajador chaqueƱo y ahora se asustan de que ese hombre rudo pero fuerte y bueno, que no sabe de filosofĆas, al encontrarse sin pan y desnudo despuĆ©s de muchos aƱos de labor, se subleve y erróneamente siga al primero que le prometa mejoras.
La gendarmerĆa volante
Diez obreros detenidos como presuntos agitadores de Villa
Ana, arribaron a la ciudad a fines de febrero. El diario Santa Fe entrevista a uno de ellos.
Jumelo MĆ©ndez describe la actuación de la gendarmerĆa
volante, salvando que habĆa sido esa fuerza y no la policĆa la que les habĆa
infringido distintos tipos de castigo.
-¿Es cierto que la policĆa lo ha castigado mucho y lo han estaqueado en el cepo?-La policĆa, no. A mĆ, como a mis compaƱeros, nos han tratado relativamente bien. Quien nos ha hecho trabajar como burros y nos ha apaleado hasta que ha querido, es la gendarmerĆa. El sargento primero Varola, nos ponĆa en fila de indio y nos hacĆa pasar al trote frente a Ć©l con una bolsa de tanino al hombre, y al enfrentarlo nos aplicaba garrotazos con el machete. AsĆ trabajamos una maƱana acarreando tanino y una tarde apilando leƱa. Lo que allĆ ha hecho la gendarmerĆa no tiene nombre.
A un mocito, Rafael Leonelli, el mismo sargento, acompaƱado de un trompa, lo colgaron del cuello y allĆ lo trompearon, esto yo lo he visto. Cuando lo descolgaron, lo hacĆan tender boca abajo y lo pateaban. Y el pobre Leonelli era completamente inocente. Lo pusieron en libertad antes de que llegara en seƱor Cervera.
A Guillermo Blanco, que estĆ” con nosotros, estando herido, porque fue tomado herido en uno de los tiroteos, lo apaleaban de rato en rato y el mismo sargento dio orden de que no se le curase y que lo mataran a palos.
El dĆa del Ćŗltimo encuentro, le ataron los brazos para atrĆ”s con una cadena y se le castigaba con un bozal lleno de argollas. Esto lo hemos visto todos y los mismos altos empleados de La Forestal lo presenciaban.
A las mujeres se les insultaba y se les ultrajaba en toda forma. Aquello era la mazhorca desatada en Villa Ana.
Los dieciocho compaƱeros que hemos estado en manos de la gendarmerĆa hemos sido martirizados.
Para este obrero, la gente que huĆa al monte, lo hacĆa para
escapar de las indiscriminadas detenciones y de las palizas. “La gente se fue al monte, como digo, huyendo de la
gendarmerĆa que dominaba todo y castigaba a cuanto obrero se le ponĆa por
delante”.
Pero no solo de parte de los obreros hay quejas contra la
gendarmerĆa. Un comerciante del norte indicó al diario que la fuerza habĆa
resultado un “fracaso y un verdadero azote para la
población de estas regiones”. “Han defraudado
las buenas intenciones del gobierno y en vez de ser un cuerpo de gendarmerĆa
para garantir los intereses generales de los pobladores, lo es pura y
exclusivamente para lo que ordene La Forestal. De ahĆ que los destierros de los
obreros que no estima aquella compaƱĆa, estĆ©n a la orden del dĆa, dado que se
les expulsa militarmente”.
El comerciante asegura que fue la propia gendarmerĆa la que
le dio “el colorido de una huelga contra la
Forestal” a los sucesos de Villa Ana. “No
fue asĆ sin embargo. Los que habĆan quedado sin trabajo por el paro en la
fĆ”brica fueron obligados por la gendarmerĆa a abandonar el pueblo. Muchos se
fueron y otros ganaron los montes: a estos los persiguió la gendarmerĆa y fue
con quien chocaron. Luego vino el incendio de las viviendas desocupadas por los
obreros y otro tanto hicieron con el local de la Federación Obrera, donde se
quemaron muebles, libros y cuanto habĆa”.
El gobernador Mosca
La gendarmerĆa volante nació como fuerza de choque contra los obreros del norte santafesino. Su decreto de creación, comenta Jasinski dice: “AgradĆ©cese a La Forestal las sumas destinadas para financiar la GendarmerĆa Volante”. Fue firmado por el gobernador radical de Santa Fe, Enrique Mosca, candidato a vicepresidente por la Unión DemocrĆ”tica mĆ”s
de dos dƩcadas despuƩs.
Aquella GendarmerĆa Volante dio paso en 1938 a la GendarmerĆa Nacional.
Aquella GendarmerĆa Volante dio paso en 1938 a la GendarmerĆa Nacional.
La frutilla del postre fue la participación de la Liga
Patriótica Argentina en este conflicto. HabĆa ofrecido su “mediación” nombrando
para ello a Juan Bertelli, que llegó a la provincia amparado en un manifiesto
que decĆa:
La Liga Patriótica Argentina cumple de esta manera el programa de justicia que se impuso como fundamento del orden que debemos observar todos los habitantes de la Nación. Para conseguir el orden hay que tener buen sentido y proceder con prudencia. Seamos justos y seremos fuertes. Expliquemos la justicia que nos asiste y nadie dejarÔ de comprender la razón de nuestra causa.
El saldo de este largo conflicto fue, segĆŗn La Vanguardia, entre 500 y 600 muertos.
¿Dónde
estĆ” #SantiagoMaldonado?
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