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Los gendarmes de Mosca

Mucho se ha escrito (y envidiablemente bien) sobre las huelgas a La Forestal en los aƱos 1919, 1920 y 1921. Fue en esos conflictos cuando nació la “gendarmerĆ­a volante”, hermana mayor de la actual GendarmerĆ­a Nacional.

En este post, nos concentramos en 1921 y especĆ­ficamente en los testimonios sobre la actuación de los gendarmes y algunas consideraciones sobre la situación en el norte santafesino. Para conocer a fondo lo historia de la expoliación de La Forestal y su anclaje casi como estado soberano en aquella parte de la provincia, recomiendo al clĆ”sico de Gastón Gori (“La Forestal”) y al mĆ”s reciente trabajo de Alejandro Jasinski,  “Revuelta obrera y masacre en La Forestal: sindicalización y violencia empresaria en tiempos de Yrigoyen”.

Todos rojos
Reprimida la huelga de inicios de 1921, tras el cierre de las fÔbricas de Villa Ana y Villa Guillermina, con el saldo de centenares de muertos y hasta con la quema de las casas que la empresa había construido para los obreros, el jefe de la policía de Santa Fe se trasladó al lugar. A su regreso, el jefe Cervera dialogó con el diario Santa Fe.

En esas localidades, se habĆ­a estado a punto de “sufrir una verdadera catĆ”strofe”, afirmó. Los “agitadores” habĆ­an conseguido convencer a un buen nĆŗmero de trabajadores a lanzarse a la “huelga revolucionaria”, segĆŗn documentación secuestrada en el incendiado local de la Federación Obrera.

El jefe de policĆ­a describe algunos de los tiroteos, que obligaron a muchos trabajadores a internarse en el monte. Insiste Cervera en marcar que los cabecillas no se hallaban en el lugar, y que la mayorĆ­a (“ilusos”) no se habĆ­an metido “en nada”.

El periodista le pregunta si no habrÔ razón de los obreros desocupados y desalojados en quejarse de La Forestal.

En mi concepto y en el de muchas personas serias de la región, no. Y es que la mayoría tampoco se queja. Son los agitadores y un grupo mÔs o menos reducido, que los oye hablar y les sigue. Allí se predica la revolución social, como la cosa mÔs natural del mundo. Lo atestiguan las notas secuestradas y que irÔn en el informe al gobierno. La biblioteca misma que tenían instalada es eminentemente revolucionaria. No hay un solo libro que no sea rojo. Y es natural, mentes rudimentarias, fatalmente deben ser sugestionadas.

Como si fuera poco, Cervera comienza a describir las bondades de la empresa: cuÔl era el salario, las horas extras, que el señor Kauffman sacó 479 de sueldo en diciembre, que Yoquelini 547.80 y en enero 490 y así. Que todos tenían médico y botica, lo que producía un gran déficit a la compañía. Que en los almacenes la carne estaba a 38 centavos y el azúcar a 55; el pan a 40 centavos y las alpargatas a $1.05.

Pero, de hecho, las fĆ”bricas estaban cerradas. ¿QuĆ© hacer? Primero, “descongestionar”. “AllĆ­ hay mucha gente sin trabajo y eso es un mal. Hay que buscar ocupar en algo a esos hombres. Tal vez serĆ­a conveniente ubicarlos en el Chaco, dĆ”ndoles medios de vida, porque La Forestal no parece dispuesta a reabrir sus fĆ”bricas hasta tanto no reaccione el mercado de tanino”, dijo Cervera. “Yo mismo he aconsejado a los obreros que busquen otros horizontes y a varios se les proporcionó pasajes hasta donde deseaban ir. Hay mucha gente buena entre los obreros, aunque no falten, como en todas partes, tipos perniciosos. Lo malo es que el ambiente es desastroso por el desarrollo del alcoholismo, el juego y la prostitución. Apena pensar en la situación de esos miles de hombres y mujeres y niƱos que viven rodeados de ese peligro del norte”.

El peligro del norte
El Santa Fe recoge el guante sobre estas Ćŗltimas informaciones y al dĆ­a siguiente publica una columna de opinión, Aquel peligro del norte. Indica que todos, oficialistas o no, coinciden en que “el norte constituye un peligro para la tranquilidad pĆŗblica aunque no todos estĆ©n de acuerdo en las causas que originan semejante estado de cosas”.

La desocupación es una, claro, pero mĆ”s importante son “el desarrollo del juego, del alcoholismo y de la mala vida en las mujeres”.

Sin embargo la culpa no la tienen esos norteƱos: “la culpa de todo eso es de los patrones que en unión  a las policĆ­as han venido explotando en administraciones y obrajes al par que en el laboreo de maderas, la casa de baile, la cancha de taba, y el boliche anexo a sus administraciones en todo lo cual el pobre paisano, desde hace veinte aƱos viene dejando su dinero, su salud y sus energĆ­as ingĆ©nitas”.

La denuncia del diario asegura que policĆ­as y patrones estaban complotados para quitarle hasta el Ćŗltimo centavo a la peonada: sus salarios quedaban en la casa de baile (“que es mĆ”s bien de lenocinio”) y en la cancha de taba.

Cita el Santa Fe a un mĆ©dico inglĆ©s establecido en Villa Guillermina, quien aseguró que el 90% de esa población era sifilĆ­tica. Aquellos vicios han sido “el terrible cĆ”ncer que ha enfermado al norte, de tal manera que los obreros, despuĆ©s de tantos aƱos estĆ”n hoy mĆ”s pobres que ayer, mĆ”s enviciados que nunca, y lo que es peor, corroĆ­dos hasta en la sangre, envenenada por el terrible mal que hemos mencionado”.

Todo el mundo ha explotado al trabajador chaqueño y ahora se asustan de que ese hombre rudo pero fuerte y bueno, que no sabe de filosofías, al encontrarse sin pan y desnudo después de muchos años de labor, se subleve y erróneamente siga al primero que le prometa mejoras.

La gendarmerĆ­a volante
Diez obreros detenidos como presuntos agitadores de Villa Ana, arribaron a la ciudad a fines de febrero. El diario Santa Fe entrevista a uno de ellos.

Jumelo Méndez describe la actuación de la gendarmería volante, salvando que había sido esa fuerza y no la policía la que les había infringido distintos tipos de castigo.
-¿Es cierto que la policĆ­a lo ha castigado mucho y lo han estaqueado en el cepo?
-La policƭa, no. A mƭ, como a mis compaƱeros, nos han tratado relativamente bien. Quien nos ha hecho trabajar como burros y nos ha apaleado hasta que ha querido, es la gendarmerƭa. El sargento primero Varola, nos ponƭa en fila de indio y nos hacƭa pasar al trote frente a Ʃl con una bolsa de tanino al hombre, y al enfrentarlo nos aplicaba garrotazos con el machete. Asƭ trabajamos una maƱana acarreando tanino y una tarde apilando leƱa. Lo que allƭ ha hecho la gendarmerƭa no tiene nombre.
A un mocito, Rafael Leonelli, el mismo sargento, acompaƱado de un trompa, lo colgaron del cuello y allƭ lo trompearon, esto yo lo he visto. Cuando lo descolgaron, lo hacƭan tender boca abajo y lo pateaban. Y el pobre Leonelli era completamente inocente. Lo pusieron en libertad antes de que llegara en seƱor Cervera.
A Guillermo Blanco, que estĆ” con nosotros, estando herido, porque fue tomado herido en uno de los tiroteos, lo apaleaban de rato en rato y el mismo sargento dio orden de que no se le curase y que lo mataran a palos.
El día del último encuentro, le ataron los brazos para atrÔs con una cadena y se le castigaba con un bozal lleno de argollas. Esto lo hemos visto todos y los mismos altos empleados de La Forestal lo presenciaban.
A las mujeres se les insultaba y se les ultrajaba en toda forma. Aquello era la mazhorca desatada en Villa Ana.
Los dieciocho compaƱeros que hemos estado en manos de la gendarmerƭa hemos sido martirizados.

Para este obrero, la gente que huĆ­a al monte, lo hacĆ­a para escapar de las indiscriminadas detenciones y de las palizas. “La gente se fue al monte, como digo, huyendo de la gendarmerĆ­a que dominaba todo y castigaba  a cuanto obrero se le ponĆ­a por delante”.

Pero no solo de parte de los obreros hay quejas contra la gendarmerĆ­a. Un comerciante del norte indicó al diario que la fuerza habĆ­a resultado un “fracaso y un verdadero azote para la población de estas regiones”. “Han defraudado las buenas intenciones del gobierno y en vez de ser un cuerpo de gendarmerĆ­a para garantir los intereses generales de los pobladores, lo es pura y exclusivamente para lo que ordene La Forestal. De ahĆ­ que los destierros de los obreros que no estima aquella compaƱƭa, estĆ©n a la orden del dĆ­a, dado que se les expulsa militarmente”.

El comerciante asegura que fue la propia gendarmerĆ­a la que le dio “el colorido de una huelga contra la Forestal” a los sucesos de Villa Ana. “No fue asĆ­ sin embargo. Los que habĆ­an quedado sin trabajo por el paro en la fĆ”brica fueron obligados por la gendarmerĆ­a a abandonar el pueblo. Muchos se fueron y otros ganaron los montes: a estos los persiguió la gendarmerĆ­a y fue con quien chocaron. Luego vino el incendio de las viviendas desocupadas por los obreros y otro tanto hicieron con el local de la Federación Obrera, donde se quemaron muebles, libros y cuanto habĆ­a”.

El gobernador Mosca
La gendarmerĆ­a volante nació como fuerza de choque contra los obreros del norte santafesino. Su decreto de creación, comenta Jasinski dice: “AgradĆ©cese a La Forestal las sumas destinadas para financiar la GendarmerĆ­a Volante”. Fue firmado por el gobernador radical de Santa Fe, Enrique Mosca, candidato a vicepresidente por la Unión DemocrĆ”tica mĆ”s de dos dĆ©cadas despuĆ©s.

Aquella GendarmerĆ­a Volante dio paso en 1938 a la GendarmerĆ­a Nacional.

La frutilla del postre fue la participación de la Liga Patriótica Argentina en este conflicto. HabĆ­a ofrecido su “mediación” nombrando para ello a Juan Bertelli, que llegó a la provincia amparado en un manifiesto que decĆ­a:

La Liga Patriótica Argentina cumple de esta manera el programa de justicia que se impuso como fundamento del orden que debemos observar todos los habitantes de la Nación. Para conseguir el orden hay que tener buen sentido y proceder con prudencia. Seamos justos y seremos fuertes. Expliquemos la justicia que nos asiste y nadie dejarÔ de comprender la razón de nuestra causa.

El saldo de este largo conflicto fue, segĆŗn La Vanguardia, entre 500 y 600 muertos.

¿Dónde estĆ” #SantiagoMaldonado?


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