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“Cuando vos tenés hambre, ¿no te hacen revolución las tripas?”

Esta semana se conmemoró en gran parte del mundo el día del trabajador. Hace más de 100 años, Juan Bialet Massé recorrió el país para elaborar un informe sobre el estado de la clase obrera. También estuvo en Santa Fe. Algunas pinceladas de nuestra región y de cómo vivían los trabajadores.

En 1904, cuando Juan Bialet Massé recorrió la provincia, descubrió que en Rosario el fenómeno social que requería de mayor atención era la educación y “colocación” de los niños.

Cuando padre y madre trabajaban, los chicos, “en enjambre” salían a la calle. De ese enjambre, se destacaba el “pilluelo”: vende diarios, lustra botas, se ofrece para mandados y pide limosna si se le ocurre, juega, come golosinas y se hace vicioso a los doce años, describía.

El “pilluelo” de Rosario era especial: vivo, ágil, enjuto y vicioso. Bialet Massé recuerda que cuatro años antes, en época de pérdida de cosechas y exaltación electoral, iban delante suyo dos chiquillos, con los diarios bajo el brazo. Uno tendría diez años, el otro doce. El menor le decía al otro: “Mirá que son bárbaros los hombres, ¿por qué hacen la revolución?”. El mayor contestó: “¿Cuándo vos tenés hambre, no te hacen revolución las tripas? Pues lo mismo son los hombres grandes; cuando tienen hambre y no tienen en qué trabajar hacen revolución”.

Sanguijuelas

La que sigue es una descripción de lo que sucedía a principios del siglo XX en el puerto de Colastiné, realizada por Juan Bialet Massé.

El trabajo se hacía generalmente por contratistas intermediarios “que son sanguijuelas que viven de la sangre del obrero”. El sistema era simple: los contratistas tomaban a los capataces, y éstos a su vez buscaban a los estibadores.

En el pasamanos, el que perdía dinero, era, por supuesto, el obrero.

Cuenta Bialet Massé que originariamente, las bolsas que debían cargar eran de 50 a 60 kilos. El envase se encareció, y para economizarlo lo fueron agrandando poco a poco, y se llegó a bolsas de 100 y hasta 112 kg. Los estibadores “se apercibieron de que la economía se hacía sobre su sangre y protestaron; no fueron oídos, acudieron a la huelga y al fin se ha llegado a que el peso máximo de la bolsa sea de 70 kg”, escribió.

Sin embargo, los patrones no cumplieron lealmente lo convenido. Pidieron una prórroga para dar salida a las bolsas grandes que ya tenían… y éstas no se acababan nunca. “Parecían brotar como los cereales”, hasta que los estibadores volvieron a la huelga.

“Es preciso haber estado en el asunto para darse cuenta de todos los ardides que emplearon los patrones para lograr la prolongación de aquello; la oratoria de Demóstenes, invocando hasta el patriotismo, la zalamería y la oferta de dinero. Pero no se dejaron seducir, cortaron en absoluto e hicieron bien”, culmina.

Obreros agradecidos

También en el Puerto de Colastiné observó que había constantes accidentes de trabajo en la carga y descarga de los buques. Eran en un 99% evitables, decía.

No se pagaban esos accidentes, o se hacía de manera irrisoria, escribió. “Los cargadores y capitanes burlan a los pobres obreros de una manera criminal; y éstos se pueden dar por muy contentos si logran la asistencia y medio jornal hasta el restablecimiento. Los capitanes dan como vigente en el país el medio jornal de las leyes europeas, aunque el Código Civil argentino establezca el jornal entero, y como el obrero no sabe esto, recibe lo que le dan y todavía da las gracias”.

La mecánica era más o menos así, según lo describía Bialet Massé: “El gran medio es ganar tiempo, para que no haya testigos, y en todo caso dificultar la prueba, y como conocen el criterio extraviado de nuestros tribunales respecto a las culpas, dicen siempre que la culpa es del lesionado. Por lo que hace a la indemnización misma, pretenden y logran casi siempre pagar una pierna o un brazo roto con 100$ y la vida con 200. El pobre obrero, que les conoce las mañas y sabe que casi siempre se queda sin nada, cuando le dan algo lo toma como una suerte”.

Explotando el vicio

Y en el mismo lugar, tomó nota de que los estibadores trabajaban nueve horas. Y según Juan Bialet Massé, podrían ahorrar algo, si es que tuvieran hábitos de economía. Pero, decía, “son raros los que economizan; la gran mayoría son víctimas de sus vicios, hábilmente explotados por el intermediario. Casi todos dependen del contratista”.

Escribía que los contratistas eran todos extranjeros y ganaban muchísimo dinero. Decía también que para desempeñar ese trabajo se necesitaban las astucias de un felino; que eran verdaderos zánganos de la colmena y los fomentadores del vicio del obrero. Le adelantaban el dinero, bebían con él y con él chacoteaban y se lo “entregaban” al almacenero, que terminaba con lo que le quedaba al trabajo: venderle o fiarle “veneno alcohólico a precios exorbitantes”.

“Es de ver cómo el intermediario suaviza su cara de vinagre y alienta a su obrero al juego, a la bebida y al prostíbulo, en que tiene generalmente parte: ‘No pongas esa cara triste; pa’ eso tenés un buen patrón; tomá hombre ese vale y no me faltes al trabajo, que te tengo dada mucha plata; ni te juntés con esos pillos de la sociedad, que son unos anarquistas, que cualquier día los va a fusilar la policía’. El peón promete, agradecido, hacer lo que el buen patrón le pide. Y lo cumple”, describe Bialet Massé.

También señalaba que en su mayoría eran analfabetos y que, por efecto del alcohol, se hacían agresivos y pendencieros. Pero si alguien se acercaba al obrero para aconsejarle la instrucción, la moralidad y la economía, la asociación y la dignidad, los contratistas lo miraban con ojos torvos y acusaban de anarquismo y de perturbador, “valiéndose no importa de qué chismes e intrigas, a todos los que creen que perturban la explotación villana que ellos hacen del obrero, al que consideran menos que a un animal barato, porque nada les cuesta, ni tampoco el reemplazante, si se inutiliza o perece”, concluye.

*Imágenes del Puerto: Blanco de Imágenes Florian Pauke

Fuente: Informe sobre el estado de la clase obrera en el interior de la República. Buenos Aires, A. Grau, 1904

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