La institución asaltada fue el Nuevo Banco Italiano, que por entonces estaba ubicado en San Martín casi Tucumán. Los ladrones eran tres y, como correspondía, ingresaron al banco al grito de “¡Arriba las manos!”. Uno se subió a un mostrador, otro apuntó a un cajero, y el tercero tenía en sus manos, además del arma, un botellón con nafta para incendiar el lugar.
Uno de los cajeros, aprovechando una distracción, se fue gateando hasta el timbre de alarma y
En la puerta del banco, había numerosos vecinos, y un oficial de policía que dio la voz de alto, y fue mortalmente herido.
Los asaltantes subieron a un auto de alquiler que los esperaba. Pero entre tanto, un vecino que miraba la situación, sacó el arma del policía muerto y les disparó, sin dar en el blanco. Un periodista del diario El Litoral se subió a un auto y junto con otros particulares, persiguieron a los asaltantes.
En distintos lugares de la ciudad, y acosados por la persecución, fueron bajando y perdiéndose. Pero la policía apresó a los tres durante ese mismo día.
La investigación logró establecer que el asalto se planificó un año antes, en el Depósito de Contraventores, donde los dos de ellos estaban detenidos; el tercero era policía. Pero el plan incluía a dos sujetos más. El jefe de la banda se quiso sacar de encima a estos y uno de ellos, “despechado” porque el asalto se había hecho sin avisarle, fue quien reveló sus nombres a los investigadores.
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