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El niño Enzo se va de viaje

George VI, el anfitrión, también conocido como "el rey tartamudo"
“Su Majestad británica” invitó en agosto de 1945 a cinco directores de los diarios más prestigiosos del país, tras la firma del armisticio de la segunda guerra mundial. Uno de los periódicos elegidos fue El Litoral, que envió a su joven subdirector. La despedida al niño Enzo por parte de la "sociedad santafesina".

Enzo Víttori ingresó a El Litoral en 1940, y cinco años después, cuando se constituyó la sociedad editora del diario, fue nombrado subdirector. Tenía 26 años.

A poco de estrenar cargo, recibió la invitación del gobierno de Su Majestad británica para visitar Londres, en el marco de la firma de la paz luego de la segunda guerra mundial. Junto a Víttori viajaron por La Prensa, Quitiano Anta Paz; por La Nación, Manuel Mujica Láinez; por La Capital Néstor J. Lagos y por La Voz del Interior Juan Remonda.

Por aquellos días El Litoral necesitaba, como necesitaría aún más pocos meses después, de los apoyos institucionales y políticos de la ciudad.

Como señala Darío Macor, con el gobierno surgido de la revolución de 1943, El Litoral "se transforma en un actor político fundamental" e interviene en el escenario político y social "sin identificarse con un partido, sino en nombre del conjunto de las fuerzas políticas que se referencian en la tradición de la democracia liberal". Su postura le permite "afinar su discurso y ganar legitimidad en la representación que ejerce de ese conglomerado político multipartidario y también cultural que se define en su oposición al gobierno militar" ("La prensa en la esfera política", en: Suplemento 80 años de El Litoral, p. 111).

En este contexto, todos los que interesaban al diario dijeron presente.

El 25 de agosto se organizó una “demostración” para despedir a Enzo Víttori ante la inminencia de su viaje. La “sociedad” santafesina, orgullosa de que Su Majestad hubiese elegido a uno de sus hijos dilectos, estuvo allí.

La numerosa concurrencia estaba integrada por personal del diario, periodistas locales y de ciudades vecinas, representantes del comercio, la industria, la banca, de entidades culturales, universitarias y vecinales. Ausentes por diferentes motivos, hicieron llegar mensajes de adhesión el ex gobernador Luciano Molinas y el rector de la UNL Josué Gollán.

Luego de la cena, el director del diario Riobó Caputto comenzó la saga de discursos. En primer lugar destacó “el significado de la distinción de que ha sido objeto este diario para visitar oficialmente el Reino Unido”, ejemplo para Santa Fe:

Al partir nuestro subdirector en viaje de visita a uno de los países más importantes de la tierra, de una vieja tradición de libertad y de permanente respeto por los derechos inherentes a la personalidad humana, deseámosle, desde luego, el buen viaje y nuestro deseo de que su visita a Inglaterra sea para él conocimiento y experiencia de utilidad a la obra periodística que estamos todos empeñados en “El Litoral”.
El presidente del Centro Comercial, Manuel Aguado, sobresalió por el lenguaje utilizado en su alocución, y por sus casi arrastrados conceptos hacia el diario y su representante:

Insigne honor para el diario “El Litoral” es el otorgado por el gobierno inglés, al incorporar a un miembro de su dirección entre los pocos invitados de prensa para visitar su imperio, recorrerlo, observarlo y penetrarlo en función de periodista.
Quedamos tranquilos por el éxito de la misión que os confía la dirección y seremos partícipes del viaje a través de las informaciones que irán llegando al diario.
Cuando lleguéis al punto de destino los vientos del viejo mundo os harán oír un coro de armoniosas alegrías esperanzadas en la paz que están construyendo los libres del mundo. Más, si es huracanado rencor el que escucháis, dar rienda suelta a nuestros argentinos pensamientos, diciéndoles que estamos afanosamente ocupados en condicionar eficazmente todos los elementos constitutivos de la nacionalidad para darnos una gran fórmula integral de libertad.
Y también decid a Inglaterra, a quien nos une secular y sincera amistad, que vean a pesar de las muchas millas de distancia, ese punto negro en el sud del mar Atlántico, para el que puede haber llegado la oportunidad de eliminarlo como escollo en la navegación de nuestros corazones siempre sensibles.
En competencia con Aguado, no en el lenguaje, pero sí en elogios, el presidente de la Federación de Sociedades Vecinales comenzó diciendo que pocas veces en Santa Fe “se habrán tendido los manteles del banquete jubiloso con igual justificación que esta noche”.

Juan Rinaldi expresa lo que el diario significaba entonces, lo que buscaba consolidar y lo que en gran parte logró: El Litoral, más que un diario, es “toda una institución del derecho, que es decir de la justicia; del orden, que es decir del progreso; de la igualdad, que es decir de la libertad; de la democracia, que es decir de la dignidad humana”.

En Víttori, Rinaldi corporiza al vespertino:

Señor, también nosotros alimentamos nuestras mentes con la prédica sana de “El Litoral”; también nosotros confiamos la defensa de nuestros intereses colectivos a la honradez de “El Litoral” y también nosotros difundimos nuestros ideales por las prestigiosas páginas de “El Litoral”.
Finaliza marcando que la invitación de Su Majestad es una “victoria” para el diario y por lo tanto para Santa Fe, y recomienda al viajero: “al llegar, señor, a la Gran Bretaña, decidle al valiente pueblo inglés que nosotros los argentinos estamos estructurando una nueva patria en libertad”.

Otro de los discursos fue del representante de la Asociación de Periodistas de Santa Fe. Manuel Domínguez Neira saludó a su amigo Enzo Víttori y le rogó envíe sus condolencias a los colegas caídos en el frente de batalla.


Finalmente, el propio subdirector agradeció la “demostración” y anunció que entre sus objetivos estaría “penetrar en el pensamiento vigoroso de este pueblo, que se apresta a iniciar el ensayo de una nueva etapa política para restañar las heridas de esta guerra, promover su reconstrucción, estructurar el sistema de seguridad social y afianzar los beneficios de la libertad para todos los pueblos de la tierra”.

El contacto con la realidad inglesa me será doblemente provechoso; como argentino vigorizaré mis sentimientos de adhesión a nuestras libérrimas instituciones y como periodista regresaré con nuevas inquietudes para continuar colaborando en el esfuerzo común de cimentar el prestigio de nuestro diario.
Excursus (porque sí)

Dice José María Rosa que la Argentina “nunca tuvo clase dirigente” y refiriéndose a quienes gobernaron el país desde poco después de la revolución de mayo, escribió:
No sentían la nacionalidad: su concepción política no iba más allá del Estado, es decir, lo formal, lo transitorio; no veían a la Nación, la esencia, lo perdurable. Su gran problema era importar una constitución que dejara –a trueque de la entrega a la economía extranjera— intactos sus beneficios sociales y políticos de clase privilegiada. (La Caída de Rosas, Buenos Aires, Punto de Encuentro, 2010; p. 49).

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