Progresismo

En las semanas previas a las elecciones del 24 de febrero de 1946, el progresismo santafesino que, al igual que Spruille Braden apoyaba a la Unión Democrática, pidió a través de los diarios automóviles para transportar a los votantes. A mí me habían enseñado que esas cosas feas la hacían solamente los peronistas.

Estoy leyendo “Manual del antiperonismo ilustrado”, de Claudio Díaz. Debo decir que la bajada de línea no es mi estilo favorito de relato, pero algunas veces no queda otra y la sutileza queda para mejores ocasiones. Ese libro, entre otras cosas, me trajo a la memoria algunas escuchadas desde mi más tierna infancia. Por ejemplo: “Votan a los ‘peronchos’ porque los llevan”.

Bueno. Sorpresa.

Los apoyos locales de la Unión Democrática también “arriaban” gente. Y no hay una sola línea repudiándolo.

El Partido Demócrata Progresista, publicó en el diario El Litoral un aviso solicitando donaciones económicas, pero también “automóviles en préstamo con o sin conductor, para el domingo 24 de febrero, día de la liberación nacional mediante el voto libre y consciente”.

La impoluta Unión Cívica Radical (Comité Nacional), abrió un registro de automóviles, camiones y colectivos “para realizar el transporte de ciudadanos”.

Dejo varios avisos de campaña de la Unión Democrática santafesina. El primero es el que más me gusta. Promete un “gobierno progresista en la provincia” (¡Apoyando a Mosca!):

(Gracias @taperossini)

Un insistente Ángel Borghi publicó también varios avisos. Resulta que este hombre era dirigente de la Federación Gremial del Comercio e Industria de Rosario, una de las principales corporaciones patronales que militó contra las políticas de la Secretaría de Trabajo, por ejemplo, desconociendo el decreto sobre el pago de aguinaldos.

Y las mujeres:

Y los profesionales:

¡Y Lúder!