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El golpe y los hombres comunes


Hace 35 años, se realizaban balances de los primeros 365 días del gobierno militar. Uno lo hizo Rodolfo Walsh, otro El Litoral.

El 24 de marzo de 1977 Rodolfo Walsh firmaba su Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar. Entre tantas otras cosas, decía sobre ese primer año: “Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror”.

Marcaba también que era en la política económica de la Junta donde debía buscarse la explicación de esos crímenes: “En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales”.

Bien diferente es el recuento de la situación que realizó El Litoral para la misma fecha. Ya habíamos dado cuenta de la mirada que ese diario tuvo en los días previos y posteriores al 24 de marzo de 1976. Un año después, reiteraba: “una cosa es el asalto al poder y otra muy distinta acceder a este como inexcusable respuesta a la emergencia del derrumbe constitucional con todas sus implicancias”. En el primer caso, se trataría de una usurpación; en el segundo de una “realidad histórica legitimante, que nutrirá moralmente tanto al hecho político desencadenado como a la empresa asumida por sus protagonistas”.

Estos protagonistas son llamados por el vespertino “los hombres comunes” que habían llegado al gobierno interpretando “la inquietud de los hombres, también comunes” que no estaban en el gobierno.

Ambos grupos de “hombres comunes” tenían en común “una vocación nacional restauradora” que buscaba “en el reencuentro con el estilo argentino, las claves del definitivo modelo democrático en lo político y lo social. Ambos enfrentaron, a su modo, la violencia y el caos. En un caso, con la acción que lleva al sacrificio último y total. En otros, con la definición que suscribe la legión de hombres y mujeres no violentos. Los que abrazan los caminos de la paz, la vida y la reconstrucción, porque aspiran primero a la inmortalidad para después morir”. Clarito.

El camino que se había abierto un año atrás no tenía plazos, dice el editorial. “Las etapas se quemarán por objetivos y no por vencimientos de plazos”.

En el cierre de pieza periodística, El Litoral marcaba:

Los hombres comunes que debieron responder a la emergencia nacional no sólo están en el gobierno. También en las bases largas y anchas del país, sumados al proceso, en el papel sin especulaciones de los que, lejos de resignar responsabilidades, las reclaman. En la comunidad solidaria de pensamiento y acción, sin espacios para el “velocista frívolo” o el “inmóvil tímido”, se encontrarán los rumbos ciertos de la reconstrucción institucional.

1 comentarios:

Capitán Yáñez dijo...

Muy épico lo de El Litoral. Eso sí, raro: se olvidaron del "modo de vida occidental y cristiano".

 
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