La intervención al gremio de los canillitas me recordó
quiénes fueron durante décadas los repartidores de diarios y cuál fue el rol de
las empresas periodísticas frente a los niños-canillitas. No vaya a ser que
ante tanto retroceso…
En la ciudad de Santa Fe los “canillitas” tuvieron algunos
conflictos con los dueños de los diarios. En 1927, el Santa Fe sufrió una huelga por el cambio en el sistema de
distribución: el diario buscaba implementar un sistema de “vales” que según denunciaba
la “Sociedad Difusores de la Prensa” buscaba asegurarse un día antes la venta
exacta de ejemplares, con pago adelantado de los mismos a la empresa.
Impensable hoy, este gremio aseguraba que en realidad el intento
de Santa Fe se debía a que el diario
tiraba menos ejemplares que lo que los ciudadanos demandaban, con lo cual
muchos canillitas se quedaban sin diarios que vender.
Más allá de este dato, hay otro que resulta interesante en
esta época de puro retroceso y, aunque suene exagerado, vamos, no nos podríamos
sorprender.
¿Quiénes eran los canillitas en los años 20 y 30 en esta
ciudad? ¿Qué personas conformaban esa “Sociedad Difusores de la Prensa” que en
los 40 se volcarían al peronismo provocando la ira, por ejemplo, de El Litoral?
La propia Sociedad los describe: “casi la mayoría de los que
venden a la mañana, van por la tarde a la escuela, y otros tienen otras
ocupaciones, y además viven en barrios apartadísimos y les resultaría un
sacrificio llegar hasta el centro de la ciudad solamente para sacar los vales”.
Pocos meses después de este conflicto, ya en la calle El Orden, se produce un suceso del que
ya dimos cuenta hace un tiempo acá,
pero resumimos en esta ocasión.
Celedonio Cornejo, de
8 años, huérfano, vendía diarios y revistas mañana y tarde. La correa que le sujetaba los diarios se le
enganchó en un pasamanos del tranvía en pleno centro de la ciudad destrozándole
el pie derecho. El Orden hace una
colecta para ayudar al accidentado y sigue su caso un par de años después
cuando le es colocada una pierna ortopédica.
En varias ocasiones, el Santa
Fe decidió proteger a los niños que trabajaban vendiendo sus diarios. Por
ejemplo, en 1933. A esos “gorriones del asfalto”, “pequeños soldados del
periodismo” decidió regalarles tricotas para pasar el invierno. “Ellos, que
sobrellevan las vicisitudes de la pobreza, del frío intenso en los días crueles
de invierno y del calor sofocante en el verano, casi no conocen la alegría.
Este es privilegio de otros seres más afortunados. Sabiendo que los canillitas
padecen frío, mucho frío, la Empresa del diario Santa Fe quiso
contribuir a que se abriguen. Sus cuerpos temblorosos que casi no conocen más
calor que el ocasionado por la fatiga tras mucho correr para vender sus
diarios, inspiraron la iniciativa”, se celebra a sí mismo el diario.
Un año después, El
Orden, que había iniciado una campaña donando sus ventas de los días
domingos a distintas personas o instituciones, decidió que todo lo recaudado el
22 de julio de 1934 fuera para los canillitas. Seguían siendo niños.
Henchido de orgullo paternal, decía El Orden:
Los canillitas, que forman una legión familiar a las calles de la ciudad, una legión heroica y simpática, que no rehúye ni frío ni lluvia para llevar a todos sus rincones su vocero predilecto, demuestran un gran entusiasmo y se asocian jubilosos al gesto de EL ORDEN. La Dirección de nuestro diario, para responder a la buena voluntad de esos niños proletarios, ha resuelto servirles todos los días café con leche, medialunas y pan, en horas de la mañana, en el acto de recoger los diarios. Para el día de hoy se les servirá, en lugar de café con leche, chocolate, lo que ha provocado mucha alegría en los más niños...
Tanto amor no fue compartido cuando una década después los
canillitas se volcaron al peronismo. En los días previos al 17 de octubre, un conflicto
con El Litoral impidió la
distribución del vespertino, que aseguró: “elementos adictos a los funcionarios de la Secretaría de
Trabajo y Previsión se estacionaron frente al edificio de este diario y
secundados por 'canillitas' a los gritos de 'Viva el coronel Perón’ impidieron
la salida de los primeros camiones que tienen a su cargo la distribución del
diario”.
De hecho, cuando el 17 de octubre de 1945 la CGT de Santa Fe
decide su adhesión al paro convocada por la central en todo el país para el 18,
El Orden, matutino, es distribuido normal y entusiastamente por los canillitas.
Pero, anticipándose al fracaso de su reparto, El Litoral ni siquiera se imprime.
El conflicto que tantas décadas después lleva a la
intervención del sindicato de los canillitas es de larga data y acaso de una
naturaleza muy distinta. Sin embargo, cada día un retroceso. No vaya a ser que
un día no muy lejano nos vengan a contar lo inspirador que es que los niños
salgan a la calle a vender diarios y lo humana que son las empresas por darles
trabajo y tal vez una tricota a los “gorriones del asfalto”.
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