El
1º de marzo de 1948 los ferrocarriles volvieron a ser argentinos.
Las celebraciones en Santa Fe.
Juan
Domingo Perón había sido internado de urgencia por una apendicitis
y no pudo asistir a los actos centrales por la recuperación de los
ferrocarriles. Debió improvisarse una comunicación desde el
Instituto Argentino del Diagnóstico para apaciguar el temor de la
multitud que lo aguardaba.
La
preocupación, que también fue sentida en Santa Fe.
En medio de la exhultancia que dominaba a toda la ciudad, se notaba un cierto tinte de tristeza ante la forzosa ausencia de la Plaza Retiro del Excelentísimo Presidente de la República, General Juan Perón, que debió ser sometido a una intervención quirúrgica de urgencia por el doctor Oscar Ivanissevich. No obstante eso, todos hacían lo posible por disimular ese sentimiento, porque se sabía que el General Perón quería que todo el pueblo argentino festejara, a pesar de hallarse él en el lecho de enfermo, porque el admirable conductor no lleva en su grandiosa obra ningún propósito de lucimiento personal, sino que procura con noble empeño el bienestar de la nación.
En
Santa Fe, el acto principal se realizó frente a Casa de Gobierno.
Alrededor de las 19 horas, arribó el gobernador Waldino Suárez, el
intendente y distintas autoridades.
Se
cantó el Himno Nacional siguiendo la transmisión que llegaba desde
la Plaza de Retiro en Capital Federal, escuchándose luego los
distintos discursos que llegaban vía radiotelefonía.
Pero
este no fue el único acto. El peronista diario El Orden informa que
desde las primeras horas del día se podía ver una “ansiosa
expectativa” en todos los habitantes, que más allá de las clases
sociales, “reflejaban en sus rostros la intensa alegría que los
embargaba y parecían querer proporcionarle alas al tiempo para que
las horas transcurrieran rápidamente y llegara el tan largamente
esperado momento en que las altas autoridades de la nación tomarían
para esta la extensa red ferroviaria de capital británico”.
La ciudad tomó entonces un ambiente de fiesta. Es que el pueblo, el auténtico pueblo, se hallaba en la vía pública, para expresar con la corrección propia de un país culto como el nuestro la felicidad que lo embarga.
Puede afirmarse que nadie quedó sin exteriorizar su espontánea adhesión al magno acontecimiento. Cada domicilio era un reducto de emociones y la ciudad toda mostraba su rostro sonriente, elevando hacia el infinito un canto de agradecimiento y de esperanza.
El
diario comenta que el pueblo concurrió, además de a la Plaza de
Mayo, a la estación de los Ferrocarriles del Estado y a la del
Central Argentino.
La
fachada de las estaciones estaban adornadas con banderas argentinas,
y retratos de Perón y Eva, al igual que las locomotoras.
El
Orden, como era una característica suya, hizo sonar sus sirenas para
festejar el acontecimiento.
Ayer a las 18.55, como una reafirmación de nuestra fe en la argentinidad, de nuestro júbilo por la magna etapa de recuperación económica que se estaba cumpliendo, de nuestra adhesión, procedente de la primera hora, a la extraordinaria obra del General Perón y de nuestra tradicional adhesión hacia todas las causas que propician el bien de la Nación, la sirena de EL ORDEN hizo oír su voz sobre la ciudad durante cinco minutos, festejando la simbólica toma de posesión de los ferrocarriles de capital británico.
Al
asociarnos al júbilo provocado por el magno acontecimiento, lo
hicimos con el pensamiento puesto en el futuro, dispuestos siempre a
luchar por el progreso y bienestar de la Nación.
Además de los telegramas enviados con motivo de su salud, el gobernador Suárez también remitió otro al General Perón:
En este glorioso día para la argentinidad, os hago llegar mis más emocionadas felicitaciones, que traducen pálidamente los sentimientos que me embargan ante la culminación de vuestros titánicos esfuerzos por cimentar la liberación económica de la Nación Argentina, los que alcanzan hoy con la toma de posesión de los ferrocarriles ingleses, su más elocuente concreción. El presente y el porvenir de la patria se afirmarán sólidamente en la bienhechora obra de VE.
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