En la ciudad, se replicaron todos los homenajes que se
hacían en Buenos Aires para decir adiós a Eva Perón. Altares, funerales cívicos
y la despedida de los dos diarios de Santa Fe.
Desde la noche del 26 de julio de 1952 la ciudad de Santa Fe
se plegó al duelo por la muerte de Eva Perón. (Aquí, más detalles de los momentos previos)
A los anuncios de la radio, se sucedió la interrupción de
los espectáculos públicos que ya habían comenzado ese sábado. Y poco después la
sirena del muy peronista diario El Orden, ubicado en San Martín y
Suipacha, anunció a los santafesinos la noticia que no querían escuchar. El
matutino sacó una edición esa misma noche y una foto atestigua el momento en
que su director, Fernando Estrada, pone en marcha la rotativa; en los talleres,
el campeón mundial de natación Pedro Candioti examina uno de los primeros
ejemplares, mientras los canillitas esperaban con sus crespones negros.
En busca de más noticias, los santafesinos también se
dirigieron a El Litoral, para leer en las pizarras las informaciones más
recientes.
Ya a las 22 horas, la sede de la CGT local estaba poblada no
sólo de dirigentes sindicales sino también “de mujeres humildes, acompañadas
muchas de ellas por sus hijos, sollozando”, al decir del vespertino.
Desde ese momento, y replicando esas imágenes que ya son
parte de la memoria colectiva, en la ciudad comenzaron a levantarse altares
para rendir homenaje a Eva Perón.
El 10 de agosto, cuando en Buenos Aires sus restos eran
trasladados a la CGT, en Santa Fe se reprodujo la procesión.
Desde el mediodía, el pueblo se concentró frente a la
Legislatura, donde estaba ubicado el Foro Presidente Perón, y a las 14 comenzó
el oficio religioso. Trabajadores y funcionarios se ubicaron a lo largo de las
calles General López, 4 de Enero, Urquiza, llegando hasta San Martín. Luego,
una cureña con un retrato de Eva Perón fue conducida por secretarios de
distintos gremios y autoridades provinciales, dirigentes del Partido Peronista
Masculino y Femenino y de la CGT. En su paso por la Delegación Local del
Ministerio de Trabajo y Previsión se realizó un nuevo responso y se reanudó la
marcha hasta llegar a la CGT, en San Martín entre Juan de Garay y Rosario (hoy
Lisandro de la Torre). En el altar que se había levantado allí, el arzobispo
Nicolás Fasolino ofició una ceremonia; luego se rezó el rosario, que terminó a
las 20.25 horas. El Orden calculó que había 60 mil personas.
Una vez más, Santa Fe imitaba como un espejo lo que sucedía
en la capital del país. Los secretarios generales de los distintos gremios
hicieron guardia de honor frente al “altar cívico” levantado en la CGT. El 26
de agosto, al cumplirse el primer mes del fallecimiento, se realizó el “funeral
cívico”.
Un público numeroso se congregó en la plaza San Martín,
donde se levantó un altar con la imagen de Eva. A las 19 horas, se ubicaron
dirigentes y autoridades en los costados, y “una extensa caravana de mujeres y
niños” frente al altar.
A las 20, el delegado regional de la CGT José Pérez, leyó
una proclama, que era la misma que oían miles de argentinos en todo el país. A
las 20.25, “un toque de clarín rasgó los aires para advertir a la multitud que
había llegado el instante en que se cumplía el primer mes del paso a la
inmortalidad de Eva Perón”, dice la crónica de El Litoral. “La muchedumbre
quedó estática. El silencio fue impresionante, la congoja anidaba en todos los
corazones y en los rostros de mujeres, hombres y niños se advertía la huella
del dolor, del profundo desgarramiento causado por la prematura desaparición de
quien fue y seguirá siendo la guía espiritual de los trabajadores argentinos”,
continuó.
Desde allí, se formaron columnas y se inició una marcha de
antorchas hasta la CGT, donde aguardaban el gobernador, legisladores y numeroso
público. El frente del edificio estaba cubierto con un gran retrato de Eva y
ofrendas florales. Desde la Central se pidió que la marcha de antorchas
continuara andando para que todos pudieran pasar frente a la efigie.
Esa noche terminaron las guardias de honor, pero se estipuló
que en hall del edificio permaneciera un gran retrato de Eva Perón, junto a una
lámpara votiva, ante el cual, diariamente, el secretariado guardaría un minuto
de silencio, lo que se cumplió hasta 1955.
La mirada de los medios
Al conocerse la noticia de la muerte de Eva, los dos diarios
de Santa Fe, aunque de muy variada trayectoria, ideología y público, dedicaron
emocionadas palabras al acontecimiento. Uno lo hizo especialmente conmovido por
el fervor popular. El editorial de El Litoral es más breve que el
común de los días; lleva como título Dolor popular y dice en un tramo que
lo que se estaba viviendo “es indiscutiblemente un duelo popular, como lo
prueba la inmensa falange de hombres, mujeres y niños que desde ayer por la mañana
desfila por la capilla ardiente en que yace el cadáver de la ilustre señora,
renovándose sin pausa en todo el país antelas capillas ardientes levantadas por
el fervor de quienes la admiraban y querían”.
El Orden fue otra cosa. “En todos los hogares
argentinos, hay un llanto hondo y emocionado. Ha muerto EVA PERÓN. En todas las
manos, hay un desfallecimiento que nace en los corazones. Ha muerto EVA PERÓN.
En todos los pechos, vibra un estremecimiento imposible de traducir. Ha muerto
EVA PERÓN. En el cielo se nota algo extraño, en la tierra, inmensa e la patria
redimida, sopla un viento de angustia. Ha muerto EVA PERÓN!!!Rompan las
vestiduras diosas tutelares, acallen las cuerdas de las liras, lloren con
llanto amargo, opriman los corazones y brote el silencio augusto de la
reverencia, ante su partida que tiene destellos de inmortalidad suprema”.
Pasado un mes, y ante el fenómeno de los altares y funerales
cívicos que se multiplicaban en el país, ambos diarios necesitaron volver a expresar
sus sentires.
Al haber sido un ser “de excepción en la historia de los
pueblos”, dice El Litoral, el hombre común iba
sobreponiéndose a la pérdida y Eva pasaba a integrar “la corriente
vasta y multitudinaria de un culto nacional”.
El Orden, para la misma fecha, la sigue llorando. “Al
rememorarse el primer mes de su tránsito a la inmortalidad, en los pechos de
los descamisados vibrará una angustiosa honda; brotando en los ojos, lágrimas
sinceras de devoción y amor, y un llanto sordo y puro se anudará en las
gargantas. Y Ella, la magnífica Abanderada de los humildes, la luchadora
infatigable, desde la eternidad, habrá de asistir con el corazón quemado de
hidalguía esta hora de dolor, para decir a cada uno de ellos: ‘La patria
y Perón, nos llama a todos ahora y siempre, para seguir luchando por la
dignificación del pueblo, para que haya menos pobres y menos ricos y para que
la justicia impere en todos los corazones’”.
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