Las justificaciones del golpe según El Litoral. La esperanza ante la
presidencia de Videla. El lenguaje castrense. El mundial y la campaña
antiargentina. La visita de la CIDH y la infamia de los campos de
concentración. El viraje discursivo. La falta de autocrítica.
Al llegar marzo siguen saliendo a la luz cuestiones pendientes de la
instauración del golpe cívico-militar de 1976.
Nos hemos ocupado de los medios santafesinos en otra oportunidad, pero bien
valen estas fechas para seguir profundizando.
Como ya hemos contado, en aquellos días el diario El Litoral se había
quedado nuevamente solo en el concierto de los medios gráficos de la ciudad.
(Acerca del contexto y de los editoriales de los primeros días post-golpe
en El Litoral, ver acá).
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La justificación
El 23 de marzo El Litoral habla de unidad nacional. Hace un breve racconto
de los momentos en que esa unidad había estado en peligro y de cómo había
salido fortalecido. Lo más importante es que señala que en esos momentos de
división y enfrentamiento siempre surgía quien podía ver el camino de la unidad
y la forma de juntar a los contrarios.
El Litoral no adelanta quién sería en ese 1976, pero anhelaba un salvador,
que llegaría horas después.
El diario publica en 24 de marzo dos editoriales.
En el primero, El fin de una etapa, dice que la determinación de las
Fuerzas Armadas “evidentemente” era “fruto de un sereno análisis”
y que la responsabilidad asumida al tomar el poder era “una consecuencia lógica
ante el desgobierno, las contradicciones, la anarquía, el caos económico, la
prepotencia, la subversión y la implacable destrucción general”.
Aunque no esperaba soluciones mágicas, abogaba porque se asegurase “un
mínimo de orden y de justicia”.
En el segundo editorial, La innegable realidad, el diario afirma que
era el propio pueblo el que tenía la convicción de que las FFAA tenían la
obligación de asumir sus responsabilidades ante la realidad del país. Remarca
que no podían quedar al margen de lo que estaba sucediendo, ya que lograr el
equilibrio era una de las razones de su existencia.
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Un culpable
Pasados unos días, El Litoral edita un texto titulado Hay que darle
tiempo al tiempo, donde destaca la pasividad con que la ciudadanía había
asistido al golpe.
Dice que si algún observador mirara hacia nosotros en el año 2000 vería a
los argentinos como “niños malcriados”, porque ante cada cambio
gubernamental todos querían sacar su tajada.
A continuación, y sin querer sacar su propia tajada, El Litoral encuentra
un ejemplo que le venía como anillo al dedo. Con la Ley de Contrato de Trabajo
vigente, asegura, los trabajadores “sacaban su tajada” de las “excepciones
conquistadas sin importar que la indisciplina y el ausentismo desembocarían en
la baja productividad que influyó decisivamente en la crisis”. He ahí a uno
de los culpables de la crisis que desembocó en el golpe.
Anunciaba el diario que vendrían tiempos y de austeridad y sacrificio y que
había que renunciar a los caprichos de niños malcriados. Y que debía darse “tiempo
al tiempo”.
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Videla
El 29 de marzo asume Jorge Rafael Videla la presidencia el país. La
vocación democrática de El Litoral se expresa diciendo que el golpe había sido
el final “más feliz” que podía darse, porque el Ejército había tomado el
gobierno en lugar de haberlo sustituido por otra fuerza política.
Al día siguiente analiza el discurso del dictador como la “antípoda de
la demagogia barata, de las promesas informales, del lenguaje tendencioso”.
Sus palabras habían sido “sencillas, sin ampulosidad alguna, han
reflejado no solo el por qué de la acción militar contra las autoridades
constitucionales, sino el programa que las Fuerzas Armadas están dispuestas a
llevar a cabo para encaminar a la Nación hacia metas de prosperidad con el
concurso de todos los hombres de bien”.
Detalla algunas de esas promesas que, a pie juntillas, cree: la
armonización del capital y el trabajo, el establecimiento de un orden justo, el
impulso de la cultura “abierta a todas las corrientes del pensamiento pero
manteniéndose fiel a la tradición patria y a la concepción cristiana del hombre
y del mundo”. Se prometió honradez, eficiencia y justicia: “No hay a
priori motivo para poner en tela de juicio el compromiso asumido con la
ciudadanía y la patria”.
Cree a ciegas El Litoral en estas propuestas y las suscribe. “El
reordenamiento nacional sin revanchismos, con respeto a los derechos
individuales, exige el desprendimiento y la solidaridad general para una obra
en la que todos tenemos la obligación de ser honestos protagonistas”.
En días posteriores, Videla se reúne con la prensa nacional e
internacional. Sobre eso versa el editorial del 9 de abril, donde se asegura
que el nuevo gobierno aceptaba la crítica, siempre que fuera honesta y
constructiva. Y que nada de lo que había dicho el dictador revelaba algún tipo
de presión o advertencia.
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Lenguajes
El 7 de abril, se publica una breve noticia: Se informó sobre los
detenidos y la salud de Noé A. Campagnolo.
Se publica textualmente, sin alterar una sola coma, la información oficial,
donde consta que el intendente destituido había experimentado un “deterioro
en su salud” y donde se asegura que las autoridades habían impartido
órdenes para que todos los detenidos fueran tratados con corrección. Todos
sabemos lo que pasó con Campagnolo, pero no hubo críticas a su trato, pese a
que su situación forzosamente debía conocerse en las altas esferas del
vespertino.
También se publicaba información “propia”. Aunque son escasas, las noticias
de operativos tenían lugar en la superficie del diario. Llama la atención que
algunas de ellas fueran a la tapa, cuando hasta muchos años después, El Litoral
publicaba sólo noticias nacionales e internacionales en la portada.
Pero veamos unos pocos ejemplos.
A otros dos subversivos dieron muerte en ésta, es una noticia del 14
de septiembre de 1976; Otras bajas tuvo la subversión en ésta, del 5 de
enero de 1977; Cuatro subversivos fueron abatidos en nuestra ciudad, del
12 de febrero de 1977.
En todas estas informaciones predomina el lenguaje castrense, una extensión
de cualquier discurso oficial. Abundan expresiones tales como subversivos,
extremistas, sediciosos, terroristas, guerrilleros. Nunca se revela la
identidad de los fallecidos.
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Aniversario
Es inevitable pensar que mientras Riobó Caputto escribía o supervisaba El
balance de los hombres comunes el 25 de marzo de 1977, Rodolfo Walsh distribuía su Carta Abierta a
la Junta Militar.
El Litoral publicaba en cambio que las FFAA estaban compuestas de hombres
comunes, que habían dado respuesta a las demandas de otros hombres comunes. Que
ambos grupos tenían en común una “vocación nacional restauradora”. Unos,
habían pasado a la acción con sacrificio; los otros, siendo no violentos.
No había plazos para el camino abierto un año atrás, decía el diario: “Las
etapas se quemarán por objetivos y no por vencimiento de plazos”.
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Mundial
Como la mayoría de los medios, el diario se sube a la ola triunfalista,
publicando fotografías, incorporando el color en algunas páginas y destacando
las lágrimas de Videla o los elogios de Kissinger.
El 27 de junio de 1979 publica un editorial elogiando la decisión de la
Junta de bautizar al campeonato como El mundial de la paz.
Saca varias conclusiones tanto de la organización del evento como del
triunfo de la selección argentina.
Señala que había habido algunas críticas, sobre todo en materia económica,
pero que otras, intencionadas, habían llegado desde el exterior. “Fueron de
una virulencia y una falsedad que provocaron la reacción enérgica del gobierno
y de los medios”, estos últimos intérpretes cabales de la situación.
Pero la campaña había fracasado y el país había demostrado al mundo su
unidad, su solidaridad y su vocación pacifista.
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La visita de la CIDH
Casi un año y medio después, El Litoral seguía en la misma tesitura.
Mensaje oportuno y terminante es el título del editorial que dedica a
la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al país.
Según el vespertino, lo que pasaba en Argentina era permanentemente
distorsionado por los responsables de haber generado la inseguridad y también
por personas e instituciones mal asesoradas u obedientes a “directivas del
marxismo”.
Textualmente: “Las mentiras, calificadas con toda justicia de ‘infames’
con respecto a la existencia de ‘campos de concentración’ y otras especies
difundidas dentro y fuera de nuestras fronteras con maldad, han quedado al
descubierto para los miembros visitantes”. Esto fue menos de dos meses
después de que el propio Caputto fuera detenido por el juez Miguel Ángel
Quirelli por haber publicado un cable de la agencia United Press International
donde decía que Mario Firmenich había declarado que la lucha recién empezaba.
La de Caputto fue una prisión domiciliaria, no en un campo de concentración.
Parte de su defensa fue: “La noticia nunca es perversa, lo son sus
protagonistas, y si se informa al pueblo de alguna perversidad, es para
alertarle y señalarle dónde están sus enemigos y escarnecerlos con la sola
publicación de sus infamias”.
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Malvinas
Durante el
conflicto por las Islas Malvinas en 1982, El Litoral alaba el haber dejado
atrás los tiempos de “inútiles negociaciones”,
habló de “magnífico ejemplo de unidad
nacional” frente a la manifestación para vivar al presidente Leopoldo
Fortunato Galtieri y sólo tras la rendición dio a entender que el ciclo militar
estaba terminado. En El Litoral se publicó que era hora de “reconocer los propios errores, o, lo que es
lo mismo, del sistema instaurado en el país”.
(Más sobre
Malvinas y El Litoral, acá)
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El viraje discursivo
Durante gran parte del proceso, El Litoral se desempeña como un actor
político con capacidad de justificar no sólo el accionar de la dictadura sino
de ser además el sustento ideológico del régimen.
Su papel fue activo en la legitimación de los argumentos oficiales,
utilizando un discurso disciplinador, editoriales apologéticos de la dictadura
y a través del lenguaje castrense.
Al iniciarse la democracia, el 10 de diciembre de 1983, el diario señala: “En esto de privilegiar finales o comienzos
preferimos valorar las esperanzas de los inicios y no atizar resentimientos o
alimentar iras mirando hacia el pasado inmediato, aunque sin por ello perder la
memoria”.
Vale decir que la memoria sí estuvo viva, obra de muchos militantes y organizaciones que, sin alimentar iras, nunca dejaron de mirar al pasado.
En 2004, el diario sin memoria de su propio archivo, editorializaba
acerca de la decisión del presidente Néstor Kirchner de bajar los cuadros de
Videla y Bignone. Ese 24 de marzo, olvidaba aquella felicitación a las FFAA por
haber tomado el poder y no haber sustituido a una fuerza política por otra,
diciendo 30 años después que lo ideal habría sido “comprometer al conjunto de la clase dirigente y de los factores de
poder para respetar el orden institucional”. Olvidaba que en el país no
había campos de concentración y condenaba al terrorismo de estado “en cualquiera de sus variantes o signos
ideológicos”.
El año pasado, en las calles de Brasil los manifestantes cantaban: “La verdad es dura. Globo apoyó la dictadura”.
El diario O Globo decidió escuchar esas voces y en un editorial admitió que
apoyar a la dictadura iniciada en ese país en 1964 había sido un error.
El Litoral continúa siendo un actor político importante en nuestra ciudad.
Ponerse bajo la lupa, mirarse el ombligo con anteojos, sería, esta vez sí, de verdad, una muestra de vocación
democrática.
3 comentarios:
soy de Bahía Blanca, así que podrás imaginar que se lo que es tener un diario de esas características. La ley de medios empieza por Clarín,pero el trabajo más importante hay que hacerlo en las pequeñas ciudades del interior como las nuestras. Igual, este 24 de marzo tendrá un sabor distinto, Massot por primera vez compareció ante un juez.
fernandobbca
"la ley de medios empieza por Clarín....." ¿como? ¿No era que la ley de medios NO estaba hecha con nombre y apellido? ¿acaso no eso ilegal? ¿que entendés vos por democracia?
Excelente nota, cae el velo de los Vittori y todos los que siguen haciendo negocios en Santa Fe este quien este en la Casa Gris.
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