Searching...

Guerra de papel

Nacido con ínfulas de gran periódico, La Provincia sobrevivió demasiado poco, como la mayoría de los diarios nacidos al calor de las elecciones santafesinas de fines de siglo XIX. Para defender a su candidato, inicia una guerra de papel y se ufana del susto que provoca.


Ya hemos dicho que en la ciudad de Santa Fe había a fines de siglo XIX y principios del siglo XX, una multiplicidad de periódicos difícil de entender en vistas a la cantidad de habitantes “competentes” en la lectura de periódicos, que, dicho sea de paso, no se escribían para el gran público sino para un selecto número de lectores relacionados al mundo político.

En 1888 nace el diario La Provincia para oponerse al gobierno de José Gálvez y sostener la candidatura de José Iturraspe a la gobernación. No era el único diario que buscaba mandar a Iturraspe al sillón de López; unos años después nacería Unión Provincial, pero estos periódicos no lograrían su cometido sino hasta 1898, debiendo pasar dos gobernadores y dos interventores hasta que se hiciera realidad el sueño de tantos periodistas.

Pero con la aparición de La Provincia, nace esta candidatura, o, mejor dicho, como se acostumbraba a decir en esa época, se conformó un “movimiento de opinión”.

Según ese diario, esta candidatura no había caído bien a la administración de José Gálvez. “El gobierno parece que no las tiene todas consigo”, publicaba en su primer número.

El movimiento de opinión que ha levantado el nombre del Sr. Iturraspe a la gobernación ha sido bastante para que se esfuercen en hacer alardes de fuerzas y previsión. Las guardias pasan todas las noches acuarteladas y no es eso solo, sino que se han aumentado casi el doble de las guardias existentes en la policía y comisarías

El “susto” de Gálvez era calificado por La Provincia de la siguiente manera:

Es de feo efecto esto de asustarse de sus mismas sombras y de visiones y endriagos (monstruos), ahí donde sólo hay pacíficos ciudadanos que ejercitan buenamente los derechos que la Constitución le garantizan.

Después de ese primer número, llegaron las repercusiones. Además de La Provincia, circulaban ese año, al menos, La Revolución y Nueva Época. El novel periódico la emprende contra los otros dos diarios.

Entonces, en su segundo número, publica:

No creíamos producidos tan intensos y tan diversos efectos en la mayoría de los habitantes de esta ciudad, ni mucho menos en campo enemigo.

La Revolución, uno de los diarios subvencionados por el gobierno, nos señala como periódico de combate rudo, como una especie de cantárida destinada a irritar la piel de los que gobiernan.

Y la Nueva Época, el otro diario pagado por el gobierno, nos endilga como inyección persistente, un desfallecimiento lastimoso, reflejo fiel del cansancio, del decaimiento de nuestras filas, y como lógica consecuencia (esto es natural), el primer número de La Provincia ha dado, nos dice, el golpe de muerte a la candidatura que sostiene.

Es decir, que según uno, por la intensidad de nuestra vida y la fuerza de nuestro primer grito de libertad y orden, tanto tiempo contenido, como según el otro por la debilidad de nuestro primer ataque y la insuficiencia de nuestras fuerzas, hemos desmoralizado completamente a ambos combatientes.

Pero lo que más lamenta La Provincia, continúa irónicamente, como “un crimen en nuestra conciencia”, es la noticia que había publicado La Revolución y que señalaba que la aparición del periódico “ha ocasionado tales desperfectos y daño en el campo enemigo, que el Dr. Gálvez estuvo estornudando cinco minutos (si padecerá moquillo!) y que al Dr. Cafferata le dolió un dedo”.

Culmina su alegato el naciente periódico: “Francamente, no era nuestra intención producir tales daños y esperamos que los consejos, la decisión y el trabajo ardiente y confirmado de nuestros dos combatientes tan reñidos entre sí, lleguen a aliviar dolores tan prematuros y a salvar de nuestros desperfectos y fealdades a las personas afligidas”.

0 comentarios:

 
Back to top!