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Marta Zamaro

La autora de este blog está viva, pero con poco tiempo. Preparando algún post sobre el periodismo santafesino y el Centenario. Mientras tanto, Marta Zamaro y un escueto escrito preparado para la Asociación de Prensa de Santa Fe, y que fue presentado ante el Concejo Municipal para la convocatoria "Las calles del Puerto con nombre de Mujer". Es poquito, pero es para empezar. Sería mucho mejor que haya justicia.

Marta Adelina Zamaro nació en la ciudad de Santa Fe el 3 de enero de 1945.

En una biografía clásica no puede faltar que fue maestra, escribana, procuradora, abogada, y también enfermera universitaria.

Pero no se trata de brindar aquí una serie de tradicionales datos para destacar la prolífica labor de una mujer cuyo nombre merece estar en los cartele
s de una calle de la ciudad. Y esto es porque Marta Zamaro apenas vivió 29 años, y aún así, es merecedora de ese reconocimiento.

En los convulsionados días en que le tocó vivir, Marta militó y llevó esa militancia a cada uno de los lugares en donde fue llamada a actuar. Así, defendió junto a su compañera Nilsa Urquía a los presos políticos que en los primeros años 70 poblaban las cárceles santafesinas. Era además trabajadora gráfica de Nuevo Diario, y desde allí también defendi
ó a los trabajadores, como integrante de la comisión interna del matutino.

En octubre de 1974 la versión santafesina de la Triple A, denominada Comisión Anticomunista del Litoral, amenazó de muerte a quince periodistas de Nuevo
Diario. Y el 15 de noviembre de ese año Marta Zamaro y Nilsa Urquía fueron secuestradas.

Los diarios de la época reflejan que en la madrugada de ese jueves, un grupo de desconocidos las introdujo en un automóvil que aguardaba frente a la casa donde vivían, en Diagonal Aguirre 2533. Amigos y compañeros iniciaron la búsqueda “por todo Santa Fe. En cada comisaría, en el destacamento de la Policía Federal, en la oficina frente a la P
laza San Martín de SIDE”, recuerda María de los Ángeles “Pocha” Pagano, quien compartió con Marta trabajo, militancia y amistad.

Pero fue el sábado 16 de noviembre, por la tarde, cuando la policía, alertada por vecinos, encontró los cadáveres de las dos jóvenes en inmediaciones de u
n puente que cruza el arroyo Cululú, cercano a la ciudad de Esperanza. “Ambas mujeres tenían las caras totalmente cubiertas con gasas y tela adhesiva, salvo las fosas nasales, mientras que las manos aparecían atadas a las espaldas con trozos de género”, dice la crónica periodística.

La redacción de Nuevo Diario enmudeció. El 19 de noviembre, se publicó una sentida reflexión alrededor de su asesinato titulada “Con la violencia a flor de piel”, que en sus párrafos más destacados dice:

Nada como la inmediatez del riesgo para llamar a la realidad. Humanos al fin, y acostumbrados a considerarnos más allá de toda contingencia ingrata, la muerte de Marta Adelina Zamaro puso la violencia en nuestros poros. Nos bañó la piel de horror y miedo. Nos demostró que la violencia soberbia y alienada, sectaria, apologista del caos y el derecho de la fuerza, está aquí entre nosotros. Rozándonos a diario. Midiendo y pesando nuestras actitudes para disponer en la complicidad de las sombras, sobre nuestro derecho a la vida, a la tranquilidad y seguridad de nuestros hijos, a resolver por nosotros y ante nosotros el tipo de mundo que queremos contribuir a construir a la luz de nuestra propia conciencia. La violencia está aquí, metida en el metal de este escritorio y descargándose sobre la cuartilla con cada golpe del teclado. Llegó y está aquí. Entre las cuatro paredes de esta redacción. En las miradas que se encuentran, cargadas de un mudo pero significativo mensaje. En la sensación de irrealidad que de pronto parece envolver este pequeño mundo nuestro de cosas familiares de cada día. Estamos escribiendo sobre nuestra propia experiencia. Documentando el propio dolor. La violencia no está hoy en el mensaje de las teletipos ni se manifiesta en la frialdad de un parte diario o la novedad de un llamado telefónico. Está aquí y se ha metido en nosotros. En la evidencia de aquella sala vacía y silenciosa de la planta baja, donde Marta Adelina Zamaro, abogada y trabajadora gráfica, no estará hoy para recibir este malestar y darle las formas que llegarán al lector.


El asesinato de Marta Adelina Zamaro sigue impune hoy. La Comisión Directiva de la Asociación de Prensa de Santa Fe intenta desde su llegada a este sindicato promover el rescate de los valores de compañerismo y solidaridad que fueron el norte en los 29 años que vivió Marta Zamaro. Por eso propone ante el Concejo Municipal de la ciudad de Santa Fe que su nombre sea uno de los que estén presentes en las calles del Puerto de Santa Fe.


Fuentes:
Gómez, Carlos María. “Los chacales del arroyo”. Ediciones UNL, Santa Fe, 2007.
El Litoral, noviembre de 1974
Nuevo Diario, noviembre de 1974
Testimonio de María de los Ángeles “Pocha” Pagano.
VV. AA. “Homenaje Derecho”. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales (UNL), Santa Fe, 2006.

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