Algunas pocas reflexiones sobre los periodistas, su identidad como trabajadores y la patota sindical.
No hace mucho, en ocasión de la agresión a parte de la comisión directiva de la Asociación de Prensa de Santa Fe por el patotero dueño de un diario en Rafaela, leí en un blog un comentario de Antonio R. (“Estas cosas con la conducción anterior del gremio no pasaba estamos quedando como patoteros sindicales de poca monta. Somos Periodistas!”). Soy parte interesada en el asunto, pero voy a intentar obviar esta cuestión de la conducción anterior y de la actual, de la cual formo parte. Quiero detenerme en otra cosa en realidad; en el final: ¡Somos periodistas!, versus patoteros sindicales, lo que a mí me lleva a reflexiones que tienen que ver con la historia y con el presente.
Bah. Reflexiones es muy grandilocuente.
El que tenga ganas que recorra algunos post de este blog; el que no, que siga esperando a que termine de escribir sobre el tema (quizás unos 4 o 5 años más), pero si hay algo que está claro en la historia laaaaaarga del periodismo de Santa Fe es que los periodistas muy pocas veces se sintieron trabajadores. Tiene antiquísimas raíces este problema, para quien quiera verlo como problema; es probable que Antonio R. no.
Las primeras organizaciones de periodistas fueron de círculos formados por sus propietarios, hombres de la política que, hasta avanzado el siglo XX, se jactaban de llevar adelante una misión (que vaya a saberse quién les endilgó): esclarecer al vulgo, orientarlos a tomar las correctas decisiones, votar al que había que votar, etc. (Más: acá, acá y acá). Y por supuesto, el que trabajaba en una redacción tenía bien pagado su laburo con el prestigio y el saberse parte de un grupo de elite que marcaba el rumbo que había que seguir (hoy se llama: “te pago con fama”).
Más adelante, fruto de la sofisticación de las redacciones, la disminución de la cantidad de periódicos editados pero el aumento de la cantidad de ejemplares, la transformación de las hojas en empresas periodísticas y, por supuesto, de la irrupción de los cabecitas negras también en las redacciones, la cosa cambia un poco. Pero no tanto: todavía en 1968, cuando gráficos y periodistas de El Litoral van juntos a una larga huelga, hubo división entre los trabajadores. Los gráficos, mugrientos de tinta y con cientos de paros en sus espaldas no tenían nada que ver con los señores que escribían sus notas de saco y corbata. Esa huelga, en la historia del periodismo santafesino, significó un quiebre en esa trabajosa y bipolar identidad de muchos de los hombres y mujeres de prensa a los que les costaba (y les cuesta) reconocerse como trabajadores. (Si querés saber más, esperá).
¡Qué terrible! ¡¡¡¡Somos laburantes como los gráficos, como un obrero de la construcción, como un metalúrgico, como un camionero!!!! ¡¡¡¡ Vade retro!!!! ¡Somos periodistas!
Los dueños de los diarios a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, eran explícitos: el periodismo es una vocación, como la docencia, por lo tanto hay que agachar la cabeza y a otra cosa. Que los patrones hoy sigan pensando parecido, vaya y pase. Pero un laburante… (¿?)
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1 comentarios:
Por favor no dejes de postear, descubrí hace poco el blog y me apasiona.
Un saludo desde la mismísima Santa Fe.
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