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Pornografía en las escuelas normales

La inclusión en el programa de estudios de las escuelas normales de una bolilla sobre los órganos reproductivos provocó una airada reacción del diario Santa Fe: se promovía la pornografía, la prostitución y el “matrimonio de compañeros” en los templos de formación de las futuras maestras.

En 1928, el ministro de Instrucción Pública de la Nación decidió incluir en el programa de Anatomía y Fisiología de las escuelas normales de todo el país nociones sobre anatomía del ovario y del testículo, del óvulo y del espermatozoide, de la fecundación, entre otros.

En la propia tapa, el diario Santa Fe publicó una nota de opinión titulada En los nuevos programas de anatomía y fisiología de las escuelas normales, se exige el estudio de ciertos órganos de difícil explicación pedagógica. En efecto, resultaba sumamente difícil: la única manera, señalaba el diario, era que el profesor pudiese “hacer abstracción de los sentidos, apartando la mente de las imágenes sensuales”.

¿Cómo hacerlo?, se preguntaba, “¿Cómo hablar de la fecundación sin hacer intervenir los órganos sexuales y los gérmenes diversos que deben unirse para componer la célula inicial del nuevo organismo?”

Los aparatos genitales femeninos y masculinos están en los libros, marcaba. Y allí deberían quedarse.

En la cátedra, donde se produce el diálogo, hablar de órganos sexuales podía degenerar “en lo picaresco y aún en lo pornográfico”.

Se anticipaba el Santa Fe:


La niña, verbigracia, a la que ateniéndonos al programa se le requiera hable del aparato masculino, se negará a hacerlo por pudor, por delicadeza espiritual, y de dar la explicación realista, expondráse a las pullas, a las bromas e incluso a ser mal calificada por la clase. Y es natural. La clase toca la linde de lo prohibido, de lo picaresco. Aunque la alumna a la que se le requiera la explicación en juego diga secamente, sin malicia alguna, que los órganos esenciales del aparato masculino son los testículos, la palabra testículos trae a la mente una serie de asociaciones de ideas que conducen o bien a un estado de vergüenza o bien a lo pornográfico, llegando a la licencia del gesto y del ademán. 

Se olvidaban quienes habían incluido el tema en la “Bolilla 16” que la cultura argentina era una cultura cristiana, y por lo tanto, exaltadora de las “virtudes de la castidad”.

Realizaba el diario un análisis de la batalla del cristianismo contra la carne. Por ejemplo, las esculturas, prolijamente tapadas. Llegó luego Miguel Ángel a esculpir el desnudo; pero sin embargo, tanto en las artes plásticas como en la literatura, el desnudo “es considerado como inmoral, como prohibido, como indecente”. No se puede hablar de desnudo sin caer en lo picaresco, afirmaba el diario. Y si alguna mujer hablara de sexualidad “realísticamente”, incluso en tono descriptivo o científico, “es mujer codiciada, pero no para el matrimonio”. Una hija no puede referirse a los órganos sexuales ante el padre “sin que el padre la reprenda, incomodado seriamente, así como tampoco puede intentarlo en público la mujer ante el marido”, continúa.

Eso no se dice. Eso se aprende en silencio.

Ejemplo de la necesidad de mantenerlo así es el tema del “alumbramiento de la mujer”, tema “cuidadosamente disfrazado”: “La buena educación impone decir que los niños son encontrados o traídos milagrosamente y no que son nacidos en la forma que lo son”.

Hacia la libertad sexual y la prostitución 

El programa para los futuros maestros era para el Santa Fe el “prohemio a la libertad sexual”, y tendía al “matrimonio de compañeros implantado en Rusia”.

Para aplacar apenas su dureza, el editorialista marca que no critica a la famosa “bolilla 16” por su realismo científico, sino por lo contrario a las costumbres y a la moral.

Su inclusión en los planes de enseñanza exponía a las mujeres, mayoría de estudiantes en las escuelas normales a hacerlas “entrar en el terreno de la licencia y de la pornografía”, las situaba “en un plano de subversión de hábitos y de modalidades de cultura de principios de moral”.

Debía aprenderse científicamente anatomía y fisiología pero sin necesidad de exigir el análisis de los aparatos genitales:


La sociedad no está todavía en sazón para recibir ese género de enseñanza en las generaciones de sus niños, sin exponerla a un crecimiento de las curvas de la licencia, del matrimonio de compañeros, de la prostitución.

1 comentarios:

Adrián Terrizzano dijo...

80 años después avanzamos dos casilleros... Y retrocedimos uno. Va lenta la cosa.

 
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