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Ginecocracia

Hoy las mujeres somos noticia: Cristina es candidata a presidenta, Felisa se tuvo que ir, Romina se queda pese a todo y Nilda está en la cuerda floja. En esta nota, las mujeres santafesinas de la alta sociedad protagonizaron una huelga: no se subieron al tranvía para torcerle el brazo a un intendente.

No vamos a hablar bajo este título del poder que en su momento tuvieron grandes mujeres de la historia. Nos vamos a dedicar a ver cómo las mujeres le torcieron el brazo a un intendente, aunque sea por un motivo de lo más frívolo.

Era 1908 y gobernaba la ciudad Edmundo Rosas, el que “hermoseó” el bulevar de entonces. Rosas es recordado como un intendente que le cambió la cara a la ciudad dejando atrás su imagen colonial.

Para apoyar este paisaje, prohibió que los tranvías a caballo se detuvieran en medio de la cuadra o en la puerta de casa de quien lo solicitara. La única excepción eran los días de lluvia.

Esta medida de orden trajo mucha molestia a las damas santafesinas. Era costumbre que un chofer se detuviera frente a una casa y esperara allí, junto con el pasaje, a que la dama se terminara de vestir o arreglar. Las mujeres hicieron reuniones en sus hogares, a la salida de misa, en las plazas y al poco tiempo circulaba un petitorio que iban firmando una a una las damas. Querían la renuncia del intendente, y así se lo hicieron saber cuando llevaron, en un largo cortejo, el petitorio hasta el municipio.

Alegaban que corriendo los coches con un intervalo de diez minutos, “se obliga a estacionarnos en la intemperie para esperar a los vehículos, lo que se hace intolerable, en esta estación, por el frío excesivo, y en el verano, por el calor insoportable”, decían en su nota solicitando la anulación de la medida.

Los apellidos de las firmantes, hablan por sí solas de esta frívola petición: Leiva, Cullen, Echagüe, Comas, Parma, Bonaparte, Cervera, Clucellas, Zavalla, Crespo, Iturraspe, Mosset, Aldao, Busaniche, Candioti, Irigoyen, Iriondo, entre muchos otros.

Rosas no dio el brazo a torcer; apenas debió dejar de frecuentar por un tiempo los lugares de reunión, especialmente los más concurridos por mujeres.

Fuente: José Rafael López Rosas – De la discordia y la melancolía
Foto: Banco de Imágenes Florián Pauke

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