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El más chupamedias de todos

La que sigue es una increíble (pero real) disputa entre periodistas por tener el honor de ser el más chupamedias de todos los chupamedias. ¿Quién es más oficialista? Yo señor. ¿Quién es más amigo del gobernador? Yo señor. ¿Quién es más amigo de los amigos del gobernador? Pero qué pregunta... yo señor...

Hay veces que algunos amigos que creen ayudar, estorban. En política, hay quienes esconden a sus amigos, porque suelen ser como un saco de plomo, o un collar de melones.

Esto le quería hacer sentir El Santafesino en 1877 al diario El Eco del Pueblo. Ambos luchaban ante el gobierno por ser merecedores del honorífico título de “mejores oficialistas”.

“Por más que el colega (por El Eco) proteste amistad eterna, amistad de toda la vida; por más que jure lealtad no es más amigo que nosotros del Doctor Iriondo”, decía El Santafesino.

Y así, daba cátedra de cómo ser mejor oficialista: “¿Cree el colega, que es un gran servicio el que presta al Dr. Iriondo aparentando defenderlo cuando nadie lo ataca?”, le preguntaba.

¿Cree, colega, que Ud consigue engañar a nadie con su política? Sobre todo podemos asegurarle a Ud de que marchamos más acuerdo con el Dr. Iriondo que Ud porque queremos y sostenemos lo que él quiere que se sostenga: el Gobierno del Sr. Bayo uno de sus mejores amigos.

Repasemos: estamos con Iriondo porque sostenemos lo que él quiere y él quiere que sostengamos al gobernador Bayo, que es su amigo. Y, parece señalar entonces El Santafesino, como somos obedientes, somos los mejores representantes.

Y por si quedaba alguna duda, le dice a El Eco: “Eso Ud lo sabe perfectamente; pero le conviene hacerse el que no lo sabe. No hay peor sordo que el que no quiere oír. Terminamos pidiéndole franqueza y lealtad, colega, en la discusión”.

Caretas

La “chapa” de mejor amigo y de más oficialista era, claro, de El Santafesino. Tenía ventajas este nuevo diario, porque era el que acababa de obtener la imprenta del estado y publicaba por ella los papeles oficiales.

También desde el humor atacaba a su contrincante.

Nuestro apreciable colega El Eco gasta un humor admirable. Su vida, es vida alegre; vida de carnaval; vida de constante mascarada. No queremos decir por esto que use careta. No queremos decir que se disfrace. Pero es tal su inclinación a lo grotesco, su afición a las caricaturas, su vocación ardiente por las intriguillas de carnaval, que hace de esto la ocupación de su vida alegre y bulliciosa.

Se viste de iriondista, explica, pero mientras tanto, “hace guiñadas mefistofélicas a la oposición”.

Habla El Eco de “entrañable amor al Doctor Iriondo”; “de amistad de toda la vida”, hace “juramentos de lealtad”, dice que es “independiente”. Y no lo es…

“Hum!”, dice El Santafesino. “Y ese Hum! vale un Perú, vale un Potosí, y la oposición no tiene, ciertamente, dinero con que pagarlo. –Este Hum…! vale un mundo. Es la solución a la cuadratura del círculo; es la invención del movimiento continuo; es el descubrimiento de la piedra filosofal; y ciertamente que el colega por su talento ha conquistado merecidamente el título de … inventor de la arenilla”.

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