Uno de los jefes de la revolución radical de 1893 terminó en la cárcel por algunos meses. Se trataba de don Mariano Candioti que tenía amigos en el bando opuesto.
A uno de ellos, a don Floriano Zapata, le escribió una carta pidiéndole un libro para distraerse un poco. Zapata no tuvo mejor idea que enviarle un ejemplar de Mis prisiones de Silvio Pellico, un libro popular en la época de un italiano que pasó gran parte de su vida encarcelado por sus ideas.
Candioti contestó: “Mi amigo: Me dirigí a V. pidiéndole un libro, porque sé que sabría darme algo escogido. Efectivamente, la obra que he recibido es selecta, alusiva tal vez y de oportunidad. Se me ocurre, sin embargo, una protesta, al llegar en su lectura a las veinte primeras páginas. Esta protesta no es armada, no se alarme; por el contrario, es amistosa”, bromea.
La respuesta de Zapata, también fue cordial. “Yo creía, pues, que V., amigo Mariano, que ha tenido en breve tiempo su Domingo de Ramos como hoy tiene su Pasión, que ha subido al Capitolio para descender enseguida a
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