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De cómo un hijo tullido exime de construir veredas

Una ordenanza sancionada en 1872 dispuso que los vecinos de Santa Fe construyeran sus veredas. Ya entonces, se buscaban exenciones a las normas. En épocas en que la salud pública no estaba al alcance de todos, un hijo tullido servía de excusa.

En una época en que varios diarios circulaban en la ciudad, la competencia entre ellos no era principalmente por lectores sino por la publicidad oficial. Cualquier semejanza con la actualidad, es pura continuación de la historia por otros medios (de comunicación).


En los archivos de la provincia y de la municipalidad hay miles de expedientes en los que un diario se ofrece para imprimir los papeles oficiales y hay otros tantos de llamados a concurso de precios o licitaciones con el mismo fin.


Fue por uno de los diarios que había ganado una licitación para publicar documentos de la municipalidad que José María Claro hijo se enteró en 1872 que una ordenanza obligaba a los propietarios de casas a construir las veredas.


Claro se dirige entonces al presidente de la Municipalidad de La Capital, Severo Echagüe diciendo que se había anoticiado de la novedad leyéndola en el periódico “La Unión Nacional”.


El vecino pide ser eximido de esta obligación y dice así: “Encontrándome yo privado enteramente de recursos, sin trabajo, sosteniendo apenas mi familia con el escaso alquiler de una parte de mi casa, a más por las continuas desgracias que me abrazaron hasta tener un hijo tullido”.


Por esas razones, entonces, es que, dice Claro, “suplico a usted se sirva someter a los honorables miembros municipales las justas consideraciones que me obligan a mi pesar de no poder cumplir la ordenanza”.

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