Las denuncias formuladas por periodistas contra funcionarios públicos están medianamente protegidas de los enojos del poder de turno. A principios del siglo XX, el jefe de policía de Santa Fe inició un sumario luego de la denuncia de un periódico. Por supuesto, ayer como hoy, se investigó “hasta las últimas consecuencias”. Estamos acostumbrados a escuchar que cuando un periodista realiza una denuncia, en lugar de hacerlo en los medios, debe dirigirse a la justicia y presentar allí las pruebas.
Esta amonestación fue muy común en la década del 90, cuando el periodismo, por cuestiones que no vienen al caso aquí, se dedicó a ocupar el lugar de la justicia denunciando hechos de corrupción.
Sin embargo, a principios del siglo XX, ambas situaciones ya se producían en Santa Fe. Así consta en un expediente que obra en un pesadísimo tomo en el Archivo General de
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urando que el jefe de
El 18 de setiembre, por pedido del propio jefe de policía, se inicia un sumario para deslindar responsabilidades, declarando el presunto pariente y los demás policías. También se solicita al director de El Parque que presente una denuncia formal y testigos de sus dichos. El periodista declinó la invitación.
Pocos días después, la fiscalía de gobierno resolvía que no resultaba cargo alguno contra el Sr. Jefe de Policía de
Habiéndose investigado “hasta las últimas consecuencias”, el expediente, pasó al archivo.
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