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Una heroína

Carmen Rovitti de Luna fue “la heroína de Valento”. La mujer de pueblo, que en una humilde canoa, salvó la vida de seis de los nueve náufragos de una fastuosa lancha a motor, de vecinos acomodados del sur de la ciudad. Por su valentía fue condecorada por el presidente Perón pero, a su caída, perseguida.

El 28 de agosto de 1949 Carmen Rovitti de Luna se convirtió, a partir de una tragedia, en “la heroína de Valento”.

Ese domingo parte de una familia del sur aristocrático de la ciudad decidió transcurrir la siesta realizando un paseo en lancha. Al mando, se encontraba el propietario de la embarcación a motor bautizada “La Kiki”, Antonio Pacitti. Lo acompañaban la señora Cayetana Lemos de Martínez junto a su hijo Hugo, de 6 años; Ada Melania Cerchiaro, de 3, a cargo de “una señorita” sirvienta del padre de esa niña; y los hijos de Pacitti: Héctor, de 12 años, Antonio Bernardino, de 15, Carlos, de 5 y Roberto de 4 años.

Al llegar la lancha al arroyo El Valento, próximo al Varadero Sarsotti, tropezó con las raíces de un sauce que, en aquellos días de extraordinaria bajante, provocaron el vuelco de la embarcación. El pánico se apoderó de niños y adultos.

Fue una humilde mujer, una isleña llamada Carmen Rovitti de Luna, quien observó la situación e inmediatamente se subió en su canoa, “La Pucha” e intentó socorrer a los náufragos. Pudo rescatar a seis de ellos; tres niños murieron y sus cuerpos fueron recuperados luego por Gendarmería Nacional.

De los dos diarios que registraron el suceso es, una vez más, El Orden el que realiza la crónica más conmovedora y hace hablar a la protagonista.

Es que el matutino se definía así: “EL ORDEN, que siempre está al lado del pueblo, auscultando sus sentimientos y sus aspiraciones, no podía permanecer indiferente ante ese luctuoso hecho y ayer en horas de la mañana destacó redactores y repórter gráfico al lugar donde ocurrió para informarse debidamente del mismo por intermedio de la heroína del suceso, la señora Carmen Rovitti de Luna, que salvó a seis de los nueve ocupantes de la embarcación naufragada, con una decisión y un valor que ya quisieran para sí muchos hombres”.

Carmen, de 28 años, cuenta que estaba en su rancho cuando escuchó gritos desgarradores que llegaban desde el río. Vio a “La Kiki” hundida casi por completo y sin dudar subió a la “Pucha”.


Allí, en medio de la mayor confusión, nadie atinaba a hacer nada para salvarse por sus propios medios. En primer término pude hacer subir a la canoa a una señorita colocada en la casa del Luis Cerchiaro, que trabaja en el Varadero. Después ayudé al señor Antonio Pacitti, que pese a saber nadar, estaba completamente desorientado, en medio de su desesperación. Con una mano trataba de conservarse a flote y mantenía la otra fuera del agua, notando en ese instante que subían unas burbujas de aire. Tal era su estado de aturdimiento que mantenía a uno de sus hijos –iban cuatro en la lancha—de corta edad, fuertemente agarrado, debajo del agua. Con toda rapidez tomé a la criatura y la arrojé a la canoa, subiendo después el señor Pacitti”.

Carmen continuó relatando a El Orden que, en el desconcierto, se notó la ausencia de tres criaturas, a las que ella nunca vio: Ada Melania Chirchiari, Hugo Eduardo Martínez y Héctor Gabino Pacitti. “Todos estaban desesperados y les aseguro que partía el alma oír esas lamentaciones. La señora de Martínez, sobre todo, no tenía consuelo y clamaba por su hijo. En medio de su desesperación me decía: ¿por qué me salvó? ¡Me hubiera dejado morir con mi hijo! Por mucho que viva nunca olvidaré esa escena desgarradora”.

Una mujer “de pueblo” había salvado a gran parte de una familia “acomodada”. Los ocupantes de la fastuosa lancha a motor, “La Kiki”, rescatados por la conductora de la modesta canoa “La Pucha”.

Así describe El Orden a Carmen Rovitti: “Mujer humilde, carne de pueblo, tendió sus brazos generosos para salvar a los afectados por la tragedia. Hizo lo humanamente posible, con sencillez, impulsada por el más noble de los sentimientos humanos: la solidaridad. Sola, porque en ese momento no estaba ni su marido ni sus hijas, sin más elemento de auxilio que su pequeña canoa, luchó con un valor admirable contra las traidoras aguas del arroyo, salvando de la muerte nada menos que a seis personas. La fatalidad quiso que las tres criaturas muertas no volvieran a la superficie porque si no también las hubiera salvado, tanta fue la actividad y abnegación que puso en su noble empresa. Todo lo que diga en elogio de esta extraordinaria mujer es poco y Santa Fe está en el deber, por intermedio de sus autoridades, de rendirle un homenaje y hacer llegar su apoyo y reconocimiento, porque viene luchando a brazo partido con las dificultades que emergen de su modestísima condición”.


La noticia en El Orden
Antonio Pacitti expresó su gratitud regalando una casa en el barrio sur a Carmen. El 17 de octubre de ese año el presidente Juan Domingo Perón entregó a varias personas la “Medalla Peronista”, para premiar actos que habían servido en el país como ejemplo. Carmen Rovitti era una de ellas. Publicó El Litoral: “Carmen Rovitti de Luna, de Santa Fe, recibió la medalla al valor por su acto de heroísmo y amor al prójimo, con el que salvó –con riesgo de su vida—a 6 personas que corrían peligro de morir ahogadas al naufragar una embarcación en el arroyo El Valento”.
 
La de Carmen es una historia recogida del olvido el año pasado, cuando desde el Concejo Municipal se decidió darle nombres de mujer a las calles del Puerto. El folleto entregado en esa ocasión resume algunos datos más que no aparecen en los diarios.

A la caída de Perón, la familia Luna fue perseguida y la medalla peronista vendida. La inundación de 2003 se llevó el resto de los recuerdos familiares de la gesta de Carmen, que murió en 1990.

Carmen Rovitti en Mujeres en el Puerto

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