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Escandaletes con sotana

El caso de Storni, no fue el primer escándalo relacionado con la iglesia de Santa Fe. Hasta ahora, sólo hasta ahora, es el último. En el pasado, nuestros curas protagonizaron otro tipo de historias: criadores de gallos de riña, amorosos guardias del “bello sexo” y directos perseguidores de las mejores “carnes frescas” de la ciudad, en franca competencia con los más galantes hombres de la alta sociedad.

La historia reciente de la iglesia de Santa Fe registra el escándalo del actual arzobispo emérito de Santa Fe.

Cómo no recordar las palabras de Pablo Ordano, que hace cuatro años, relataba desde Chile: “una noche subí al dormitorio de Storni, no me acuerdo para qué. Golpeé la puerta y me hizo pasar, entré y me encontré con que estaba acostado en la cama junto con un seminarista, los dos abrazados, aunque vestidos. No se sintieron incomodados por mi presencia, y durante los cinco o diez minutos que estuve delante de ellos, se daban besos en las mejillas sin ningún pudor por la situación. Yo retiré una bandeja que había ahí con un plato y salí”. Fue la frutilla del postre que se llevaría puesto (apenas una mudanza) al monseñor, después de destapar lo que se sabía y pocos decían.

Pero lo cierto es que el sacerdocio santafesino arrastra siglos de escandaletes, también a la vista del público pero casi olvidadas. Historias de “picardías” de nuestros curas, que Historias Colaterales te pone a consideración.

Sugestivo amor por las mujeres
En 1823 el cura y licenciado en medicina Nicasio Romero estaba conmovido por la situación de las mujeres pobres de Santa Fe, que no tenían asistencia hospitalaria, ya que este servicio en el flamante hospital era exclusivo para hombres.

Así que, le escribió al gobernador Estanislao López. El cura le decía en una carta, que suponemos bienintencionada: “Penetrado mi corazón al observar la suma indigencia de mucha parte de habitante de esta población, especialmente mujeres, que por falta de recursos indispensables en sus enfermedades llegan a terminar los días amables de la vida, me halla fuertemente impulsado en obsequio de la humanidad, a solicitar del Ilustre Ayuntamiento y de otras personas una prudente suscripción, por cuyo medio me prometo con el mayor placer, poder proporcionar a esos dignos objetos de ternura y compasión las asistencias oportunas de médico, medicinas y demás auxilios correspondientes”.

El hombre de corazón penetrado, que consideraba a las mujeres objetos dignos de ternura y compasión, consiguió de López “la más amplia licencia” para esos fines y le da las gracias por ocuparse de la “porción desgraciada de nuestros habitantes”.

Negociantes
En la época de la Confederación también había de todo.

Lina Beck-Bernard, una europea que vivió en Santa Fe entre 1857 y 1862, publicó un libro en el que deja sus impresiones de nuestros antecesores. En él, se refiere al padre Nicasio.

Este cura quería aprender francés para poder leer sermones de sacerdotes parisinos, por lo que un habitante de la casa de Lina se ofrece, y el cura comienza a asistir a clases con regularidad, hasta que deja de hacerlo.

Comienzan las especulaciones, porque en esa casa eran todos fieles protestantes y supusieron que el superior del padre Nicasio estaba disconforme con esa situación. Pero no, el misterio se aclara pronto.

El padre Nicasio estaba muy ocupado para dedicar su tiempo al estudio. Estaba muy atareado entrenando gallos de riña y pasaba la mayor parte del día en el reñidero. Ya había ganado grandes apuestas y, como escribía Lina, “esto le resulta más divertido y provechoso que la lectura de cualquier orador sagrado”.

No era el único: uno de sus condiscípulos, el padre Mateo, era dueño de dos excelentes caballos a los que hacía correr todos los domingos. Así ganaba mucho dinero, con anuencia del prior… que también criaba caballos en la estancia del convento.

Sotanas piratas
Es Floriano Zapata, periodista nacido en Paraná y fallecido en Santa Fe, y que desarrolló sus tareas en ambas provincias, quien nos deja en 1899 una interesante descripción de varios aspectos de nuestra ciudad. Preparó y publicó ese año, por la imprenta del diario Nueva Época, la Sinopsis para la obra del Censo Nacional. En el capítulo dedicado al clero, relata que en las primeras décadas del siglo XIX se vivía una “punible relajación eclesiástica, en que tuvo más de una vez la autoridad civil, que adoptar medidas de rigor para frenar la ‘gnóstica libidinae’ de algunos frailes, prohibiéndoseles terminantemente su permanencia en casas particulares y el andar en la calle después de oraciones, en cuyo caso sufrían irremisiblemente la vergüenza de ser llevados por la partida celadora a su convento”. Zapata interpreta que muchos frailes que habitaban los conventos, no tenían el instinto de la soledad ni la vocación necesaria para sumirse en la vida penitente y que estaban aburridos del retiro y de la mística pereza del claustro, por lo cual se entregaban a las “delicias mundanas, empleando su tiempo en brujulear amores y husmear como los ogros donde había apetitosa carne fresca”. “Hacían voto de castidad”, continúa el periodista, “y refieren las crónicas del tiempo viejo, que no era el amor divino sino el fuego de la concupiscencia el que abrasaba la sequedad y aridez de alma de aquellos conventuales de condición apicarada y maleante”. Y esto no es todo: “Aguijoneados por el acicate de los sentidos, andaban a corso continuo de las hijas de Eva, dejando zaguero en materia de piratería callejera, a los más curtidos y empecatados burladores de mujeres”.Cuenta también que se cantaba en aquellos días: “De loros, mosquitos y frailes / Dios nos libre de tamaños males: / los loros se comen los granos / los mosquitos nos chupan las manos / y los frailes se llevan las mozas / ¡Dios nos libre de tan malas cosas!”.

Fuentes:
Lina Beck Bernard. “El río Paraná. Cinco años en la Confederación Argentina 1857-1862 (Buenos Aires, Emecé, 2001)
Federico Cervera. “Historia de la medicina en Santa Fe” (Santa Fe, Colmegna, 1973)
Floriano Zapata. “La ciudad de Santa Fe. Sinopsis para la obra del Censo Nacional” (Santa Fe, Nueva Época, 1899)

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