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El fin de un buen negocio para los diarios

En febrero de 1918 se publicó el primer boletín oficial de la provincia de Santa Fe. Eso significó el fin de un buen negocio para los diarios.

Hemos comentado alguna vez que hasta finales del siglo XIX la imprenta de la provincia había sido un botín disputado por empresarios periodísticos: quien lograra ganar una licitación, debía publicar por allí los papeles oficiales, pero luego podría hacer los negocios que quisiera: y casi siempre querían editar diarios oficialistas.

Después llegaron los diarios privados, pero una buena parte de sus ingresos provenían de la publicación en sus páginas de informaciones del gobierno provincial.

Sin embargo, con la creación del boletín oficial se prohibió también que se publicaran los edictos judiciales en los diarios, para que el importe de ellos fuera a parar al Boletín.

Fue grande la oposición de la prensa a esta decisión. Le valió a la imprenta el nombre de “La Tragadera”.

Todavía no se aplacaban los enojos del periodismo santafesino por esta situación cuando otra medida del gobernador Lehmann amenazó con dejar sin recursos a los diarios. Se buscaba reprimir el curanderismo, por lo que se prohibió publicar en los diarios avisos de medicamentos.

El ejecutivo confundía los medios para llegar a ese fin, decía el diario Santa Fe en mayo de 1919. “Un diario es una institución de divulgación cultural, en la cual se hace vida espiritual, pero es a la vez una entidad comercial que necesita el pago de sus avisos para cubrir los enormes gastos que representa en estos tiempo el editar un diario”.

“Para combatir el curanderismo, no es menester poner trabas a la prensa. Castíguese a quien infrinja la ley en las publicaciones, pero no se quiera hacer piedra de toque con los diarios que hagan las publicaciones que se les lleven para ser difundidas”.

“Guerra a la prensa” se llamaba este artículo y no tuvo mucho eco, porque la ley se sancionó y estuvo vigente varios años.

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