Los hechos comenzaron en julio de 1930, en calle Rosario al oeste. Habían participado “en calidad de principales intérpretes elementos colocados en un marco de riguroso relajamiento moral, es decir, caftens y prostitutas”, dice El Orden.
Dejemos hablar al periodista:
Si el suceso carecía de importancia en cuanto respecta a la naturaleza de sus participantes, gente habituada a esta clase de andanzas, no dejaba de revestir cierta gravedad por la forma espectacular y hasta cinematográfica en que se llevó a cabo. Porque el rapto se hizo con todas las de la ley, a lo Far West, vale decir en pleno día, en presencia de un centenar de curiosos y revólver en mano. Esto para allanar cualquier dificultad... Y tampoco faltó el “sherif” con formas de vigilante. Pero su presencia se advirtió un cuarto de hora después de registrarse la escena, cuando sus participantes se encontraban ya a prudencial distancia del lugar del asalto. Concretado el suceso, dos personas cuyos nombres no vienen al caso mencionar habían hecho que dos rameras abandonaran a sus amantes para irse luego a vivir con ellos en una finca de calle Rosario. Aquellas debieron encontrar ventajosas la proposición pues la aceptaron, abandonando los lenocinios de Boulevard Zavalla donde ejercían su inmoral comercio.
Uno de los amantes abandonados se presentó unos días después en la casa de calle Rosario y, después de forcejear con otros elementos del hampa la puerta de la habitación donde se hallaba aquella, penetró a la misma, y revólver en mano, la intimidó a subir a un automóvil que aguardaba en la puerta de calle. Una vez arriba del vehículo, se dieron rápidamente a la fuga.
“El caften robó lo que a él también le habían robado. Pensó sin duda con su filosofía conformista que por donde les dan, las toman…”, dice el diario.
Se realizó la denuncia y pese a diversos allanamientos, no se pudo aclarar “el robo”. Hasta que el comisario de órdenes señor Madeo resolvió intervenir personalmente en la pesquisa fue a Rosario, donde la policía entorpeció, según el diario, todas sus averiguaciones, aunque logró dar con la mujer, que delató al raptor.
La noticia está coronada con una foto, con el epígrafe “Él y Ella”. Felipe Santiago Ondella, autor del rapto de
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