Cada vez son menos, pero los vecinos de algunos barrios de la ciudad continúan sentándose en las veredas en estos días de agobiante calor. La mirada de un extranjero sobre esta añeja costumbre santafesina.
Para el diario Santa Fe, en 1929 la ciudad se estaba modernizando, pero conservaba sin embargo costumbres de los tiempos de la colonia.
La ciudad fue objeto de descripción de varios viajeros en el siglo XIX, y para este periódico podría seguir siendo así. Ningún viajero se iría de aquí con su libretita en blanco.
“Quien recorre la ciudad al caer los primeros crespones de la noche y hasta las 24 no ha de dejar de llamarle la atención la cantidad de parejas arrimadas a una de las hojas cerradas de las puertas de los zaguanes. Jovenzuelos y pimpollitos ‘pelan la pava’ al abrigo de la cortina parda de la semi oscuridad de los portales. El nuevo tenorio se pega a su compañera como la mosca a la miel y allí va dejando correr las horas entre el rumor sordo de palabritas que el transeúnte debe juzgar dulzonas, palabras que vuelan de la boca al oído y sólo perceptibles para los interesados”.
Otra escena describe el cronista. “Las aceras, solitarias de viandantes, se ven de punta a punta festoneadas de señoras, de niñas, de hombres, de chiquillos tomando el fresco en sillas y sillones”.
El supuesto visitante está camino al sur de la plaza de Mayo. Se le hace difícil la marcha. Además de las señoras sentadas, un chico juega en medio de la acera. “El transeúnte detiene un poco el paso, y para atravesar lleva la mano al sombrero, mientras ruega: —Con su permiso señora. Metros más allá la escena se repite. Pero alguna vez olvida el saludo y la solicitud de permiso y entonces oye: ¿Será porteño, por lo saludador?”
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1 comentarios:
Hacia mucho no entraba a tu blog. Me encanta el nuevo diseño y por su puesto el contenido sigue siendo muy buenote felicito.
msp
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