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Sin pelos en la lengua

El Censor, diario santafesino de fines del siglo XIX, se dedicó justamente a censurar la conducta de quien se desempeñaba en el cargo de gobernador. Y lo hacía sin pelos en la lengua.

Sobre fines de 1897, a pocos meses de que el gobernador Luciano Leiva dejara el sillón de López, realizó una pintura del mandatario:


Puesta sobre los santos evangelios la mano, juró por Dios desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de gobernador de esta Provincia don Luciano Leiva. Al descender de tan elevado puesto, su conciencia dirále que ha faltado a ese juramento sagrado, que ha sido infiel a sus compromisos, que no ha merecido sino el estigma de mal patriota.


La descripción de los cuatro años de Leiva era lapidaria: “Ha sido escarnecido el derecho, violadas, conculcadas las leyes, afrentando el pueblo por la desmedida soberbia, la arbitrariedad sin ejemplo de un mandatario autócrata, déspota, caprichoso. Persecución implacable contra aquellos que lo encumbraron, desleal, inconsecuente, caerá envuelto en la pública abominación”.


“Falta muy poco para vernos libres de su insoportable dominación, todavía si anticipara el fin, renunciando ya un poder que no ha sabido desempeñar, satisfaría los anhelos del pueblo”, culmina El Censor, que era acusado por otros periódicos de la ciudad de ser el mayor representante de la prensa pasquinera de Santa Fe.

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