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La reelección y las minas


Se van a cumplir 60 años de la reelección de Juan Domingo Perón. Las protagonistas, en aquella oportunidad, fueron las mujeres, que votaron por primera vez.

Juan Domingo Perón fue reelecto el 11 de noviembre de 1951 con más del 62% de los votos. Fue ese el día en que las mujeres argentinas estrenaron su condición de ciudadanas.



Vayamos por parte. ¿Por qué fue reelecto Perón?

Porque nuestro país había entrado “en un proceso que en cierta medida ha precipitado la transformación económica, pasando a ser cada vez más un emporio de trabajo industrial”; porque más allá de las medidas de intensificación de mejoras que necesitaba el sector agropecuario, “el nivel de vida del hombre de campo y en especial del trabajador rural” se había “elevado hasta alcanzar a ser compatible con su condición humana”. Así lo decía el diario El Litoral.

Que la mujer votara por primera vez, era para el vespertino un signo de “optimismo”. La novedad de señoras y señoritas en las mesas de votación mereció varias líneas, no exentas de comentarios que estaban impregnados del espíritu de época.

Ejemplo de ello es que las mujeres hayan concurrido a votar a partir de las 6 de la mañana, para poderse desocupar rápidamente y así atender a sus hijos, o cocinar en el horario acostumbrado. “Todas quisieron ir antes de las 8 porque ‘tenían que cocinar’, porque ‘tenían que cuidar los hijos’, pero la realidad fue que a pesar de estas razones, bien valederas por cierto, sus deseos no se vieron cumplidos en su justa medida y no pocas debieron permanecer en esa situación por espacio de dos o tres horas”. Hubo quien comentó “Hoy sí que vamos a comer tarde los tallarines”. Pero varias fueron las que dijeron que la pasta estaba preparada desde temprano.

Distinta era la situación en las mesas masculinas, ya que el hombre estaba “desligado de esos compromisos familiares”.

La mujer se preocupaba de que todo saliera bien, lo cual era lógico para el diario, ya que tenía una bien adquirida fama de ser “muy cuidadosa y ordenada”.

El estreno de la ciudadanía de la mujer era un “espectáculo nunca visto”: “desde la mujer que con un niño en brazos se mantuvo a la espera de su turno, algunas veces a pleno sol, hasta la ciudadana nerviosa y anhelante, a quien más que el acto cívico que iba a cumplir, le preocupaba sus hijos dejados al cuidado de un pariente, hasta su regreso. Cosas que impone el ejercicio de un derecho y el cumplimiento de un deber”.

Las mujeres, aquel día, “hicieron las cosas bien”. Si se produjeron algunas fallas se debían exclusivamente “a la falta de experiencia y, en muchos casos, debido a la nerviosidad propia de quienes debían afrontar por primera vez la responsabilidad de presidir o fiscalizar los comicios. Las mujeres argentinas, dieron así una prueba de madurez política y de espíritu cívico que las enaltece”.

La reflexión final de El Litoral: “En el primer paso que precede a la emisión del voto, la mujer estaba dando pruebas elocuentes de cómo sentía la responsabilidad de saber que ella también tenía injerencia para resolver los destinos del país; que ella también hacía uso de un derecho cívico para elegir sus gobernantes y que aún en el trance de ser la primera vez que se acercaba a una mesa para votar, lo hacía con plena conciencia del deber y en ejercicio de un magisterio que ya para los hombres, tenía el calor del fogueo y la experiencia de la veteranía”.

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