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¡Llegó la tele!


El 17 de octubre de 1951 nacía la televisión en Argentina. A Santa Fe, la retransmisión del canal llegó recién once años después, y la TV comercial sólo en 1966. En la ciudad se discutió la conveniencia de las cadenas nacionales frente a las comerciales. Entretelones de la transformación de la ciudad de la mano de la televisión.

En mayo de 1960 el Poder Ejecutivo Nacional llamó a concurso para la instalación de varios canales de televisión, uno de ellos en Santa Fe. Se adjudicaría a Televisora Santafesina S.A. (Marcos Bobbio, Aquiles Allevi, Rómulo Savio y otros) en abril de 1964 y Canal 13 generaría sus primeras imágenes en la ciudad en marzo de 1966.

Pero mientras ese tiempo llegaba, varios santafesinos se nucleaban para que la televisión, que desde 1951 deslumbraba a los porteños, se hiciera realidad también en la zona.

En 1960 se formó la Organización Radiotécnica Argentina, que obtuvo una autorización para iniciar trabajos de instalación de una estación radioeléctrica teledifusora. El grupo estaba conformado, entre otros, por Enzo Víttori y Riobó Caputto. El diario El Litoral, a propósito de la Organización, editorializó el 16 de mayo: “Surge la televisión en esta capital bajo el signo auspicioso: el del aporte del capital privado, que es la mejor garantía para la libre expresión y el desarrollo del más moderno instrumento de comunicación”.

Pronto cambiaría el diario su postura.

La O.R.A. fue reemplazada por la Comisión Pro-TV Santa Fe en 1961 y con su colaboración se recibió en la ciudad la primera imagen de Canal 7 a través de una repetidora.

En estos días de festejo, la televisión pública promociona con un video de archivo la llegada del canal a Santa Fe el 29 de marzo de 1962. 

No existen referencias a ello en los diarios de la época. En cambio, el 2 de enero del año siguiente, El Litoral publica que, aunque con dificultades y un equipo precario, se habían visto las primeras imágenes en la ciudad.

Las transmisiones fueron esporádicas y defectuosas ese 31 de diciembre, en que se habilitó un equipo repetidor en el edificio de Entel. LS 82 TV Canal 7, con transmisor de emergencia, retransmitía íntegramente su programación en Santa Fe, de 17 a 24 horas.

El Litoral, que se hace eco de la noticia, da amplio espacio a las palabras de la Comisión Pro-TV Santa Fe reivindicando el carácter público de la televisión.

La instalación de la repetidora, respondía a la política de “afirmar el concepto de cadenas nacionales de TV y radio en todo el mundo, es decir, concepto que priva tanto en Estados Unidos como Europa”. Sin declararse en contra de las emisoras comerciales, por cuestiones de “defensa de los intereses de la comunidad”, se inclinaban por Canal 7.

Para 1965 se reforzaba esta posición. En un editorial, el vespertino celebraba la iniciativa del Poder Ejecutivo de la provincia de incluir en el presupuesto una partida de 20 millones de pesos para “mantener, extender y promocionar el servicio de televisión”.

Aclaraba el diario: “Las mismas inversiones estatales que en otros servicios públicos suelen preocupar, sobre todo cuando son deficitarios, en esta empresa y en este medio se justificarán siempre mientras el radio de transmisión sea limitado y el alto costo de las instalaciones, de su mantenimiento y de la preparación y difusión de sus programas no puedan ubicarse en el plano de los servicios retributivos con una adecuada y bien seleccionada publicidad comercial”.

La transformación de la ciudad


El retransmisor de LS 82 TV Canal 7 en Santa Fe, cambió su fisonomía.

Frente a las vidrieras de las casas de comercio donde se venden receptores de televisión, grandes o pequeños grupos de gente permanecen atentos a las incidencias que registran las pantallas puestas en funcionamiento, obstruyendo el paso de quienes se mueven en el centro de la ciudad apremiados por compromisos ineludibles o por ocupaciones impostergables sobre todo en los lugares en que las veredas son angostas y el tránsito es intenso”, decía El Litoral en marzo de 1963.

Otra situación “inaudita, insólita, sorprendente”, se verificaba frente a algunos hogares que contaban con el aparato de televisión. Allí, se reunía la gente del barrio y el anfitrión les daba (o vendía) la comodidad necesaria: sillas, cerveza, naranja o golosinas para los niños.

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