Se queja “la gente” por estos días. Muchos feriados, los
asuetos. Todos quieren trabajar. Yo, la verdad, no sé si con los años me he
vuelto haragana o qué. Pero a mí me gusta levantarme tarde, leer, pasear, entre
otras cosas. Algo anda mal en mí: ya lo dijo hace más de 40 años el gran diario
santafesino: lo mío es vicio.
La oposición se opone a los feriados y asuetos. Se oponen la
mayoría de los medios. En las radios, la cosa está dividida. “La gente” que se
opone tiene dos o tres “argumentos”: que los que no trabajan son vagos, que los
empleados públicos mucho más (denotando una envidia que yo también tengo) y,
por supuesto, que el gobierno nacional fomenta esa vagancia: a la Asignación
Universal por Hijo, le suma feriados y asuetos y “este país es una joda”. Ahora
bien: esa “gente” no propuso por ninguna de las radios acortar sus propias
vacaciones, o renunciar a algún feriado en términos personales.
“La gente” habrá acordado con lo publicado por el diario El
Litoral en 1967. “Ya se ha hecho un hábito, por no decir un vicio, esto de
suspender o interrumpir el trabajo por cualquier motivo. No bastan las marcas
en rojo de los almanaques, que de por sí son abundantes, para estimular las
expectativas alrededor del descanso
inminente, sino que apenas se insinúa la celebración con algún acto escolar u
oficial de un episodio histórico o provocado por la presencia de un personaje
ilustre, para que todos los centros de información sean acosados por la clásica
pregunta de si se ha decretado asueto, si funcionarán los bancos, las escuelas
y las oficinas de la administración pública, si los establecimientos
comerciales y fabriles abrirán sus puertas o cerrarán al mediodía”, decía el
diario cansado de tener que atender el teléfono para decir: sí, hay asueto.
Tremendo daño al país: además de los feriados y los asuetos,
estaban los días no laborables que consagraban los convenios colectivos de trabajo:
“No hay gremio que no incluya entre las cláusulas de salarios la del cese de
actividades durante su día, el que dedican a evocar su fundación o el logro de
una conquista trascendente. Así no pasa semana sin que algún sector o núcleo
laboral importante haga una pausa en su tarea que, por supuesto, se agrega a
las que se ordenan oficialmente y sumando y sumando se llega a la conclusión de
que, de los 365 días del año, casi una tercera parte son inhábiles”.
Ya lo decía El Litoral hace 44 años: por entonces había 52
domingos al año, más la media jornada de los sábados (cuando no el sábado
entero en algunas actividades), más los feriados y los días de cada gremio. Resultado:
un país paralizado.
Pero no era eso todo. Concede el diario que cualquier trabajador
necesita descansar. Pero todo lo exceda de la jornada de “holganza obligada”
después de las cuarenta y cuatro horas semanales (8 horas de lunes a viernes, cuatro los sábados), “si no es vicio resulta un
mal hábito”.
Me declaro viciosa. Debe ser una cuestión de clase: una es
nada más que una trabajadora. Como diría un amigo: “Si quieren laburar mucho,
que se vayan a Japón, que renuncien a las vacaciones. Que me dejen en paz a mí
que soy haragán y me gustan los feriados, los asuetos y sacarme la pelusa del
ombligo”.
1 comentarios:
Una viciosa más y somos dos (declaradas al menos) ...y yo también envidio a los empleados públicos, esos que son tratados de vagos por seres que se creen superiores porque le dan de comer para después rifar al mejor postor a una que otra vaquita que crían arrinconadas donde ya no pueden sembrar la soja.
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