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Un hombre-guión

A partir de qué construcción un hombre llega a ser considerado guía de una ciudad, de sus habitantes y de sus gobernantes? ¿Desde dónde se erige esa posición para el periodista? Ovidio Molinas fundó y dirigió aquí en Santa Fe el diario La Opinión. No se conocen ejemplares de ese periódico, aunque su familia facilitó hace varios años algunos recortes que nos aproximan al periodista-guía, y apenas nos dejan entrever al hombre.
El padre del fundador de La Opinión había sido ministro de Urquiza, y en su casa siempre oyó hablar pestes de Sarmiento, y siguieron oyéndolas sus hijos, nietos y bisnietos.
Nació en 1870 en Santa Fe, pero pasó sus primeros años en Buenos Aires, regresando a su ciudad natal en la adolescencia.
En aquella juventud ingresó al periodismo, en 1888, escribiendo en La Provincia, de Manuel Cervera, Gerónimo Cello y Martín Rodríguez Galisteo.
Dos años después, Ovidio Molinas asistió a la reunión en donde se constituyó el partido cívico de Santa Fe y escribió allí el primer manifiesto del partido.
En las revoluciones de 1893 fue activo partícipe, y en el gobierno “de los 21 días” ocupó la secretaría de la intendencia municipal. Sufrió luego una larga prisión, y al salir de allí, se dedicó a los obrajes.
En 1901, Lisandro de la Torre fundaba en Rosario el Partido de la Juventud, con el objeto de oponerse a la política de Iturraspe, “la tiranía honrada”. Para la sucesión del gobernador se presentó su sobrino, Rodolfo Freyre; sus seguidores fundaron el Partido Popular. Éste representaba, según El Municipio de Rosario, “a quienes dependían del presupuesto provincial y a los que tenían una deuda de gratitud con Iturraspe” (1). Los rosarinos del Partido de la Juventud lo disolvieron y se integraron a la Unión Provincial —agrupación que llevaba el mismo nombre que había utilizado
Iturraspe para llegar al gobierno— que incluía al Partido Radical, al Nacional y al de la Juventud.
El comité central de la UP estaba compuesto, entre otros, por Lisandro de la Torre, Alberto J. Paz, Nicanor Molinas —hermano de Ovidio—; también componían la coalición Estanislao López, Severo Gómez, Luciano Leiva, entre otros. La UP celebró un gran mitin en Rosario y pretendió la intervención federal a la provincia, por lo que se organizó una manifestación de 15 cuadras que transitó el centro de Buenos Aires para entregar el petitorio al presidente. El pedido, remitido por Roca al Congreso, fue rechazado, y la UP decidió abstenerse de participar en los comicios.
Es en este contexto que, el 1º de octubre de 1901, Ovidio Molinas funda La Opinión.
Como lo señalamos anteriormente, no hemos podido ver sus ejemplares, pero quien es nieta de Molinas, nos permitió observar una lámina obsequiada al director del diario al cumplirse dos años de la fundación. Ilustrado con fotografías, dice: “La Opinión en su II aniversario. El cuerpo de redacción a su digno director. Santa Fe, octubre 1º de 1903. Samuel Vidal, Juan C. Macia, Francisco Velázquez Pujadas, Eugenio Vinart, José María Reinares, Tomás Fu
rno (h), Pandolfo Benuzzi, Osvaldo Molinas, Carlos A. Avila”.
Del derrotero seguido por el diario de Molinas no podemos sino especular a partir de los múltiples recortes de diversos periódicos a los que hemos accedido —gracias a sus descendientes— con motivo de la muerte del periodista el 12 de diciembre de 1909, con las reservas correspondientes a este tipo de artículos.
Sin haber alcanzado las posiciones altas y mareantes del gobierno, desde la tribuna del periodismo que él levantó a una altura no alcanzada en esta ciudad, fue en toda la acepción de la palabra un hombre guión, pues imprimió y señaló rumbos a los gobernantes, que si no lo querían, porque le temían, lo respetaban y esperaban ansiosos las catilinarias de su pluma que hería como una espada en el combate, para desviar el rumbo de sus actos, o para aprestarse a la defensa, porque en los ocho años que don Ovidio Molinas ha estado al frente de LA OPINIÓN, este solo diario valía ante los gobiernos como toda una oposición organizada y en tren de lucha (2).

He aquí una pintura de la misión del periodismo y los periodistas: en principio individual, concentrado en la persona del director-propietario, pero, además, y más tra
scendente, con una misión concreta: la de “marcar el rumbo de los gobiernos”, e, incluso, provocar cierto pánico en las altas esferas como para tener que esperar en sus oficinas la llegada de un diario que, con su prédica, reprimenda o amonestación, les indicaba el camino.
Además,
Molinas, como nadie, había llegado a compenetrarse de las aspiraciones populares, a identificarse, por decir así, en el sentir público, auscultando día por día y hora por hora los latidos del corazón del pueblo, que lo que LA OPINIÓN hablaba era lo que el pueblo quería (3).

Vemos aquí, la arrogancia de los periodistas respecto de su representatividad cuando es bastante tangible que “el pueblo” al que se refieren no es sino el público de las elites políticas que forman un partido y que, aún, no están constituidos por las “masas” populares. Antes bien, los apuntalamientos que propugnaban estos órganos de publicidad estaban diri
gidos aún a cambiar las figuras de los tradicionales sectores dominantes de la provincia por otras con características similares.
Siguiendo con la personalidad de Molinas, que es lo mismo que decir el temperamento de La Opinión, continúa Joaquín Piedra Buena:
Es la hora y el momento de decir que si algún freno han tenido en sus desmanes los gobiernos, ha sido el freno de la propaganda de LA OPINIÓN, dirigida y encauzada por el cerebro robusto y por el nervio sin igual de don Ovidio Molinas.

Como es de esperar para el género de notas fúnebres, el resto de las descripciones de esta persona —que ha tenido nula trascendencia en la ciudad— son elogiosas. Nos detendremos brevemente en ellas, puesto que al momento son inéditas, partiendo del hecho de que estos recortes que son nuestra fuente obran en poder de Sonia Bonazzola de Maciel, nieta de Molinas y no le habían sido solicitados con anterioridad.
Decía El Pueblo, de San Justo:
Sucumbió un miembro de la gran familia periodística, un miembro de esa falange de esforzados luchadores cuyo único ideal es el bien de la humanidad, para cuya realización esgrimen sus armas sin temor, y aunque por distintos senderos llegan al final de la jornada reunidos en un solo abrazo (…).
Distinguíase el señor Molinas por su intrepidez, su perseverancia y su alta cultura que jamás permitía aún en los momentos más álgidos de la lucha partidista, que la pluma se mojara en veneno corrosivo. Noble adalid de sus ideas, usaba sólo guante blanco, de ahí la alta estima que elocuentemente se exteriorizó al tenerse noticia de su fallecimiento y en el regio sepelio que dieron a sus restos.(4)

Y La Reforma, de Merlo:
Ha fallecido en Santa Fe el 12 del corriente uno de los periodistas más fecundos de la presente generación. El Sr. Molinas había heredado los talentos de su padre, el eminente hombre público de la Confederación (…). Era nuestro amigo y le reconocíamos aquellas prendas atrayentes del carácter del que fue siempre su primer exponente. Baja a la tierra joven pero el brillo de su fecunda inteligencia perdurará en las columnas del diario «La Opinión» que fundara 10 años atrás.(5)

Por su parte La Nación de Buenos Aires publicaba:

Ayer falleció en Santa Fe el Dr. Ovidio E. Molinas, hijo de esa ciudad, donde su vida pública se desplegó brillante en la arena del periodismo batallador. Incansable en la consecución de sus ideales, su vida fue de lucha y acción” (6).

Por otro lado, los periódicos santafesinos El Norte, Nueva Época y La Opinión publican diversos discursos que se dijeron durante el sepelio. Federico de la Hoz (director de Nueva Época), en representación de la prensa local recitó unas emotivas palabras, de las que destacamos sobre la persona de Molinas y su diario:
Escogió una profesión ingrata en la que se vive anónimamente, en la que no se experimentan otras satisfacciones ni goces que aquellos íntimos frutos de una conciencia moral encaminada a procurar el bien común con prescindencia del propio, y en esa labor que tantas energías mentales y físicas consume, el hombre que encierra ese féretro dedicó lo más sano de su espíritu, lo más gallardo de sus talentos y lo más puro de sus ideales.
Pudo así mediante el órgano que dirigía y que reflejaba su pensamiento sobre los más arduos y variados problemas de la vida pública, convertirse en factor de influencia en nuestro ambiente, cooperando a la gran evolución de los progresos de la provincia, tanto en las esferas de feliz sosiego como en aquellas otras en las que las turbulencias agitaban la acción de los ciudadanos.

Mientras, el canónigo Dr. Jacinto R. Viñas enunciaba su agradecimiento por no haber retaceado nunca las columnas de La Opinión “cuando fue necesario propagar las doctrinas civilizadoras de Cristo y defender la familia, la patria y el orden social amenazados por demoledoras propagandas”.
Un recorte titulado “La demostración de anoche” —que no está datado y no consigna su procedencia— señala que un grupo de amigos y periodistas ofrecieron al director de La Opinión, Ovidio Molinas, una cena por entrar “la valiente hoja” en su octavo año. Allí, hizo un discurso “propiciando la fundación de un Círculo de la Prensa, idea que desde hace tiempo acariciaba y que creía ya una necesidad en la capital santafesina”.
Un año antes de su muerte Molinas fue nombrado delegado a un congreso periodístico en Buenos Aires. La Prensa publicó un artículo —Congreso de la prensa. Los festejos de ayer. Paseo por el puerto y la ciudad— reseñando la visita del director de La Opinión.
Agregamos, por último un breve párrafo redactado por Rodolfo Benuzzi publicado en La Opinión bajo el título de Póstumas y que señala una de las características del diario de Molinas: “Pocos días hace me consultó que proyectaba cambiar el formato del diario: hacerlo de ocho páginas en vez de cuatro. Mi opinión fue contraria. «Déjelo así como está. Cambiarle el formato me parece una profanación». Velázquez Pujadas opinaba lo mismo y Ovidio desistió de su proyecto”.

Después de la muerte de Molinas

¿Cómo siguió la hoja a partir de la muerte de su guía? La dirección fue asumida por Ramón Perazzo, hermano de doña Petrona, viuda de Molinas —quien en 1911 era la propietaria de la imprenta. Perazzo, supimos, era camarista de la Corte Suprema de Justicia de la Provincia.
En 1914 Petrona vuelve a casarse, con Eduardo Costa, quien toma la dirección del periódico.
La familia de Molinas nos acercó la transcripción de unos párrafos de El Litoral del 1º de abril de 1945 (7) donde se señala que “después de la elección de marzo de 1912, ante el triunfo radical, La Opinión sostuvo con entusiasmo la unión de fuerzas opositoras al radicalismo”.
Sin embargo, los papeles del propietario de La Democracia (1912), Claudio Piedrabuena, dicen que aquel era un órgano “independiente”, en contraposición con El Parque, hoja de publicidad del partido radical.
En 1915, añade Piedrabuena, “fue reeditado el diario de la tarde La Opinión, que había dejado de aparecer, con máquinarias e implementos de La Democracia”(8) para sostener la candidatura del binomio Lehmann-Elizalde (9). Piedrabuena, que ocupaba el cargo de redactor político del diario que había fundado Molinas, abandonó ese empleo en 1916, aunque en una entrevista declaró que ocupó la dirección de La Opinión desde 1915 hasta 1918 (10).
Ya no hay más noticias del periódico.

(1) Citado por Malamud Rikles, Carlos. “Partidos políticos y elecciones en la Argentina: La Liga del Sur (1908-1916)".
(2) La Opinión, 13 de diciembre de 1909. Nuestro muerto, por la Redacción, Joaquín A. Piedra Buena
(3) Íbidem
(4) 19 de diciembre de 1909
(5) 16 de diciembre de 1909
(6) 13 diciembre de 1909
(7) Palma, Federico. Apuntalamientos sobre cien años de periodismo santafesino. 1818-1918
(8) Pedido de Jubilación de Claudio Piedrabuena. Carta dirigida al Sr. Presidente de la Caja Nacional de Jubilaciones y pensiones, ley 12.581. Buenos Aires, noviembre 11 de 1953.
(9) La administración Menchaca-Caballero, finalmente, no se distinguió grandemente de sus antecesores. Ambas partes de la fórmula se dividieron y presentaron en 1916 diferentes candidaturas. Menchaca, con el auspicio del Comité Nacional de la UCR propició la candidatura de Enrique Mosca; la disidencia (UCR de Santa Fe) patrocinó la fórmula triunfante Rodolfo Lehmann y Francisco de Elizalde, apoyada por La Opinión.
(10) Cumplirá 90 años don Claudio Piedrabuena, ex compañero de redacción de Florencio Sánchez. El Litoral (1967)
.

Este trabajo forma parte de Un siglo de catilinarias. Apuntes sobre periodismo, historia y memoria en la ciudad de Santa Fe (1819-1912), de mi autoría.

1 comentarios:

Ana Elena Molinas, nieta de don Ovidio Molinas, hija del escritor Carlos Ramón Molinas dijo...

Hay un error,la esposa de don Ovidio Molinas, al quedar viuda, se casa con don Ernesto Perazzo.

 
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