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Sin Dios

La Constitución de 1921 supuso muchos avances para nuestra provincia. Sin embargo, no estuvo en vigencia por disposición del gobernador Enrique Mosca. Más de una década después, el demoprogresista Luciano Molinas decidió que esa sería nuestra Carta Magna y sufrió las consecuencias. Pero en 1921, el periódico Nueva Época, vinculado a los sectores conservadores y católicos, impugnó fuertemente la sanción del preámbulo, de donde “se proscribía” a Dios.

Entre los muchos avances que consagró la Constitución Provincial de 1921, estuvo la modificación del preámbulo, en el que se eliminaba la advocación de “Dios” como “fuente de toda razón y justicia”.

Una lisa y llana proscripción, a juicio del diario Nueva Época. Se trataba de una afrenta al pueblo católico que había votado a los constituyentes. “Es una traición vulgar que no se olvidará como tantas otras ni hallará su amnistía en las composiciones de lugar que hagan los políticos cuando necesiten otra vez el servicio del voto”.

De nada habían servido los discursos y las numerosas manifestaciones que se habían realizado, encabezadas casi todas por monseñor Boneo. Decía el periódico: “La satisfacción de haber desalojado a Dios por sorpresa del proemio de la ley fundamental, es tan mezquina como ridícula. Dios queda inconmovible allí donde ilusoriamente creen haberlo sacado por el expediente de una maquinación, menos maligna que vanidosa, ciudadanos que no tienen derechos para negarlo ni para ofenderlos”.

El preámbulo de la nueva constitución señalaba que sus representantes ya no trabajaban en nombre de Dios sino “en nombre y por autoridad del pueblo”. Era ilógico y amoral para este diario, ya que “el pueblo no ha autorizado a sus mandatarios a destruir en la reforma el principio inviolable de su fe. Si se le hubiera consultado habría enviado a la Convención otros representantes, segurísimo de ser respetado en sus creencias. Invocar la autoridad del pueblo víctima de una verdadera felonía, para hacer lo que él no ha querido, es sumar a la injuria, la burla”.

La idea de Dios en el preámbulo de la constitución, significaba para Nueva Época de “freno a las pasiones y delitos”.

Sin esa idea, en cambio “¿cuál será el estado de conciencia de los hombres que ayudaron a disolver la sociedad y la patria restándole el más grande elemento de sus energías morales?”

Había odio, decía el diario, y la prueba de que la provincia se desbarrancaba, ya sin Dios, estaba en la “voz de los maestros cargada de rencores incitándolos al disturbio y la rebeldía”: los docentes estaban en huelga, muchos de ellos eran acusados por Nueva Época de anarquistas, es decir, sin Dios. La nueva constitución los alentaba.

Por suerte para este diario, la constitución fue vetada y Dios siguió siendo fuente de toda razón y justicia. Menos mal. Así nos fue.

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